11:38 - Febrero, 2018, San Francisco
— Si mamá... Está todo bien... Las cajas han llegado sin problemas...
Hablaba por teléfono mientras intentaba sacar los últimos libros, los colocaba uno al lado del otro en los estantes que él mismo había hecho, con la madera que quedaba del local.
La casa todavía olía a cerrado a pesar de haber dejado las enormes ventanas del salón abiertas, la casa era perfecta, las paredes de ladrillo anaranjado, típicas de cualquier película, se adaptaban muy bien con los blanquecinos muebles.
— Ahora mismo estoy terminando de colocar los libros de la última caja... — Su madre farfullaba rápidamente, mientras él volaba sus ojos verdes. — Sí, sí... Pero solo han sido un par de semanas...— Miró las cajas vacías que estaban desperdigadas por el salón, sentándose en el borde de uno de los ventanales con acceso al estrecho balcón. Su madre estuvo pendiente de que no se dejase la cabeza en casa. — Mamá tengo que dejarte... Sí... Necesito ordenar un poco, y necesito las dos manos... Te llamaré tranquila... Dale un beso a papá de mi parte... Un beso...
Suspiró cuando el móvil vibró al cortar la llamada, fue al recibidor mientras guardaba lo guarda en el bolsillo trasero de su pantalón, comenzó con la caja más pequeña, era la última que le había mandado su madre desde Boston.
Velas, flores de papel, libretas, y como no... El marco familiar, blanco, sonriendo con sus padres y su hermano mayor.
Decidió volver al salón y dejar el marco en uno de los estantes.
No la volvió a mirar, porque solo veía desorden y cajas, frustrado, pensó en la cafetería y en los pedidos que no había hecho.
Unas horas después decidió darse un respiro en la habitación con una cerveza en la mano, esperó aburrido mientras la pantalla del ordenador se encendía, estaba acostado en la cama y jugueteando con el móvil, pensando llamar a Jean. El alfa le escribió los últimos días, preparando las cosas de la cafetería, le había confiado la previa a su negocio, ya que no había podido viajar antes.
No molestes mucho a Jean, demasiado ha hecho con firmar los dichosos contratos de tus proveedores.
Recordó las palabras de su madre de aquella tarde, provocándole una sonrisa.
*Plac... plac... plac*
A través del muro retumbaba el piquete de una madera, como si chocase continuamente en la pared. Lo ignoró con el pitido de móvil sonando en su oreja.
Jean.
— Hola Jean.
— Hola enano, ¿qué tal el día?
Colocó el portátil en sus piernas.
*Plac... plac...*
— Bien, estoy con el pedido de las harinas, ¿tú?
— Bien, con hambre, ábreme.
Con el ceño fruncido, se apresuró a abrir la puerta, encontrándose con el alfa de pelo teñido de azul, antes de poder hablar le enseñó la bolsa que tenía en la mano.
— Espero que te guste el chino, es lo más cerca que está de tu casa.
El alfa no pudo entrar con la bolsa en la mano, ya que Henry se la había arrebatado mirando el contenido.
— Es bueno saberlo, vamos a mi habitación, por ahora no tengo salón.
— ¿Tantas cajas tenías? — Caminaba detrás del moreno.
— Mi madre es un sol, me ha mandado unas sartenes y papel higiénico.
— ¿Por qué tanto sarcasmo?, no me extrañaría que en alguna de estas cajas hubiese comida para que tan solo la descongeles.
Rieron por la ocurrencia de su amigo, mientras se sentaban en la cama, uno al lado del otro.
*Plac... plac*
Ignoraron con dificultad los repetidos sonidos de detrás del cabecero.
— ¿Qué tal el día?
— Bien... supongo... mi madre lo está pasando peor de lo que esperaba...
— ¿Has llamado tu hermano?
Frunció el ceño.
— Cállate.
*Plac... plac*
Esta vez Jean dejó de lado sus fideos con gambas, mirando de reojo.
— Venga ya, no me digas que sigues enfadado...
— Cállate...
— Sí... enano...
*Plac... plac... plac... plac...*
La mirada asesina voló, el alfa demostró falsa culpa por su forma de hablar, levantó su mano izquierda hacia él para revolverle el pelo.
— Perdona.
Jean no respondió, solo sonrió.
*Plac... plac... plac... plac...*
El ruido se repetía una y otra vez, y con más intensidad, agotando la paciencia de Henry.
— Joder, qué ruido es ese...
— Suena a... — Y como si físicamente fuese posible, estiró su oreja, para poder agudizar la escucha. — Madera...
— Sí, lleva un buen rato sonando, desde antes que llegases...
— ¿Sabes qué es lo que hay al lado?
Henry quitó el portátil de sus piernas, para poder comer su pan relleno más cómodamente.
— Si no me equivoco, por la estructura exterior del edificio, es un vecino.
Hablaba indiferente, como si no le importase.
— ¿El de la puerta de al lado?
Asintió con la cabeza.
*Plac... plac... plac... plac...*
No hablaron por unos minutos, escuchando de fondo el ruido de la madera, golpear y frenar, y al cabo de unos segundos continuar con el ruido.
— Parece... — Habló Jean, que estaba mucho más pendiente que Henry. — Un cabecero de la cama...
— ¿Eh?
Y ahora el silencio fue a propósito, esperaron unos segundos escuchando los golpes, hasta que de repente...
"— Sí, sí, sí..."
Al escuchar los gemidos agudos y masculinos al otro lado de la pared de ladrillo, Jean y Henry se miraron con los ojos muy abiertos.
— No me jod-
Jean se tapaba la boca mientras aguantaba la carcajada, hasta que pudo hablar.
— Parece que tienes unos vecinos... Algo... — Estiró sus brazos para abrazarse exageradamente a sí mismo. — Fogosos...
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anaescapes
02 _ 05 _ 18
Editado:
10 _ 04 _ 23
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Domestícame (Omegaverse) [Editando]
Romans------- ' Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? -volvió a preguntar El Principito. -Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa «crear lazos». ' ------- Henry, un omega recien llegado a San Francisco, abre su propia cafetería. Comprender...