Matías
La cabeza me retumbaba.
Tomé mis cosas y me fui, no podía hacerle más daño a la Kiara con la muerte del Quique le rompí el corazón, fue mi culpa y no podía soportar perderla y menos a lo que llevaba dentro.
—¡Levántate! —me gritó mi abuela enojada, entrando a mi pieza. —¡Mira la hora qué es!
Me tomé la cabeza y la puse abajo de la almohada.
—No abrai las ventanas. —le pedí.
No me pescó.
—Levántate. —me sacó las sabanas del cuerpo y las tiro al suelo.
Estos meses se ha enojado mucho conmigo.
Sus razones tiene, me he comportado como un completo sacohuea.
—Lela. —le reclamé, sentándome.
Todo me daba vueltas y apenas pude abrir mis ojos bien, la ví mirándome con desilusión y enojo.
—¿Qué es esto? —me preguntó con una bolsita con un poco de polvo rosado en la mano. —¿A ésta hueá llegaste, Matías?
Me paré y se la quité de las manos junto con las otras cosas que me había encontrado.
—¿Qué querís que haga? —le pregunté alterado. —Mi mejor amigo se murió por mi culpa, perdí a la mina que me hacía feliz y que amo dejándola sola cuando más me necesitaba. —la miré. —Esta es la única forma en la que logró olvidarme de la sensación culiá que tengo en el pecho.
—¿Haciéndote cagar como pico es como superai las cosas? —me dijo seria. —Yo no te enseñe eso y tú papá tampoco lo hizo. —dijo, apuntando las cosas que tenia en la mesa. —Lo único que te estai haciendo es daño y ya estai bastante grande como para salir escapando de las cosas. —me volvió a mirar y bajé la mirada, sintiendo vergüenza. —Estai tan concentrado en carretes, en meterte hueas y estar con personas que no quieres, qué no te das cuenta de qué estai haciendo lo mismo que tanto le repudiaste a tu papá y a tu mamá.
Me quedé callado sin saber que responder.
—¿O me vai a decir que te hay preocupado un poco por cómo está la mamá de tus hijos?—me dijo, acercándose a mí. —¿O en cómo están ellos?
Sentí una punzada en el pecho al escuchar eso.
—Porque por si no sabiai, son dos. —me dijo, dejándome helado. —La Kiara está sufriendo mucho, más que tú con todo esto, porque le ha tocado estar sola con todo, porque decidiste tomar la salida más fácil. —tomó mi mentón y me hizo mirarla. —Estai haciendo lo mismo que hizo tu mamá contigo Matías. —tensé la mandíbula. —Te convertiste en todo lo que odiabas.
—¡No entiendes que no puedo perder a lo que más he amado en la vida! —le dije alterado. —Si el Quique no hubiera ido, la Kiara es la que estaría muerta. —hablé con la voz en un hilo. —Alejarme de ella fue lo mejor que pensé y pude haber hecho, porque ya no corre peligro. Y si le hubiese pasado algo por estar conmigo en este tiempo, nunca me lo hubiera perdonado.
Me miró con lágrimas en los ojos.
—Esta bien, pero ni metiéndote toda esa droga vai a poder llenar el vacío que te dejó separarte de la Kiara por algo que pudiste haber enfrentado. —tomó la ropa que había ocupado la noche anterior. —Te convertiste en lo qué siempre me dió miedo que fueras.
—¿Qué cosa?
—En un hombre cobarde qué no sabe querer y no está ni ahí con nada ni nadie. —me dijo entre sollozos. —Te convertiste en una copia de tu papá cuando tu mamá lo dejó.
No era uno, eran dos y me estaba perdiendo de todo eso por querer evadir las cosas.
Como única opción termine de sacar todo el polvillo rosado que estaba en la bolsita para después acompañarlo con unas pastillas.
Aveces el recuerdo del Quique me seguía, soñaba con él diciéndome que no fuera cobarde y me arriesgara.
Creo que no soy tan fuerte como él pensó.
Nunca pensé que extrañar a alguien se sentiría tan de la mal, lo que me hacía sentir la Kiara ni esto lo puede llenar, ni las minas de los carretes lo pueden llenar, nada puede llenar todo lo que me hacía sentir ella con solo verla, con una sonrisa o con su mera presencia.
El día en el que me dijo que estaba embarazada me asusté, pero no por el hecho de que fuera a ser papá si no que la Scarlett podría volver a hacer de las suyas y la sola idea de perderla como perdí al Quique, hacía que se me partiera el alma, por eso decidí alejarme porque pensé que era lo mejor para ella y para lo que estaba esperando.
Pero me equivoqué y ahora no puedo volver porque ya es demasiado tarde.
Y si a mí me hubieran hecho eso tampoco lo perdonaría.
*ೃ༄
La puerta se abrió de golpe, dejando ver a mi papá entrar enojado.
Con su sola silueta se sabía que estaba enojado.
—Levántate. —exigió, tomándome por los hombros y tirándome fuera de la cama. —¡Corta el huebeo, Matías! ¡Vai a ser papá, no dejaré que hagas lo mismo que tu mamá!
Sentí sus palabras como un puñal.
—Nos vamos al sur. —volvió a hablar, tomando mi mochila y empezando a echar ropa. —Se acabó esta mierda, se acabaron los carretes y que llegues drogado todos los días. Te vai a hacer cargo de los niños y vai a ser un buen papá porque yo no dejaré que te hundas en esto. —me miró y me pegó levemente en la mejilla. —¡Reacciona hombre!
Lo miré y me reí sarcástico. —¿Y de qué me sirve ir al sur de nuevo? —me levanté mirándolo, mientras buscaba otra bolsita con pastillas. —La Kiara está acá.
Negó. —Se fue al sur con sus papás, vendieron la casa que tenían acá. —me dijo.
—Tampoco me sirve ir. —me apoye como pude en la mesa. —Si ella ya no quiere saber de mí.
Sentí las lágrimas salir y ya no pude contenerme más, ya no podía seguir evadiendo las cosas, así que me desplomé.
—Ella..ella ya no me ama papá. —le dije con la voz cortada. —La destrocé cuando más me necesitaba, pero tenía miedo a pederla porque no podría vivir con la idea de que ella hubiera estado en el lugar del Enrique. —le dije y me apunté. —Mírame como estoy desde que la dejé. —me miró con la mandíbula tensa. —Me drogo todo el día porque no puedo pensar en otra cosa que no sea ella o en los bebés y todo lo perdí por ser realmente un cobarde.
Se acercó a mí en silencio y me dió un abrazo cálido que en un principio no esperaba, pero después me di cuenta que era lo que más necesitaba.
—Escúchame. —me dijo, tomando mi cara entre sus manos. —Vamos a superar esto, con tu Lela te apoyaremos al cien, pero para eso necesitamos al Matías de antes. —me miró con los ojos cristalizados. —Necesito que estés concentrado en velar por tus hijos porque son dos, es un niño y una niña. —me sonrió apenado. —Preocúpate por ellos porque ahora ellos son tú prioridad, después ve lo demás. —asentí cansado. —Tiempo al tiempo porque eso es lo que más necesita ella.
Lo miré esperanzado. —Estoy seguro que a ella aún le duele, pero sé qué también te quiere tanto como tú a ella. —me dijo. —Pero ve con calma, preocúpate de una cosa primero. — lo miré atento. —Salir de esta mierda y velar por tus hijos. —me quitó lo último que me quedaba de todo. —No seas como tú mamá, te lo pido Matías.
Asentí como pude y terminó de arreglar mis cosas para irnos.
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Bájate de la nube [EDITADO]
Fiksi Remaja[CHILENSIS] Él, un mino al que nunca le dicen que no. Ella, una mina dispuesta a bajarlo de su nube. ¿Qué tan malo podría ser eso?