V E I N T I S I E T E

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Lucía

Desperté y lo primero que hice fue ir a ver a la Kiara.

Dormíamos en la misma pieza, pero sabía que ella no podía dormir bien desde la muerte del Quique y sumándole que esa misma noche terminó con el Matías....

Bueno ese sapo culiao la dejó sola sin decirle nada.

Caminé hacia el balcón que daba para el bosque que había atrás de la casa de los tíos y ahí la ví, sentada pensando.

—Buen día amiguita. —le tomé la guatita con una sonrisa. —¿Cómo están mis regalones? 

Me sonrío a boca cerrada. —¿Cómo dormiste?

Tenía muchas ojeras y los ojos llorosos.

Tenía una mezcla de emociones negativas por ver a mi mejor amiga así por culpa de todo lo que ha pasado.

En breve resumen, por el Matías.

—Cómo siempre. —me respondió. —Todo es muy difícil desde que se fue amiga, te prometo que trato de verle el lado positivo a las cosas o sacar lo mejor de todo. —le caían algunas lágrimas en su guatita. —Así cómo el Quique las vería, pero te juro que no puedo, lo extraño tanto. —la abracé. —Es increíble como una persona que conociste hace poco tiempo pase a ser tu todo y parte fundamental de tu vida.... Extraño cada parte de él, ¿y sabes que es lo peor? qué no se merece que lo extrañe tanto, porque lo más probable es que él no está en las mismas que yo.

Me senté sobre mis pies, quedando a su altura.

—Amiga, eso no lo sabes. —la miré. —Cada uno vive su duelo de distinta manera. —le corrí el pelo de la cara. —No te mates preguntándote porqué la otra persona no está como tú o porqué hizo las cosas que hizo, enfócate en ti y en lo qué se te viene con los mellizos. —me sonrío. —Y sí quieres hablarle para sacar toda esa penita que llevas, hazlo, total la vida es una y es muy corta como para estar sufriendo de esta manera. —sentí un nudo en la garganta. —Nadie sabe en qué momento partiremos de este plano terrenal.

Me abrazó fuerte y siguió llorando.

—No puedes negarte algo que ni tu misma te crees. —le hice cariño en la espalda. —Porque es obvio que aún lo amas y por más que no quieras es el papá de los mellizos, y tendrás que hablar con él en algún momento.

—Si sé, pero no creo que lo pueda perdonar así como así.

—Y no tienes porqué hacerlo altiro, lo que pasó fue muy feo. —le tomé las mejillas para que me mirara. —Creo que el perdón está muy sobrevalorado, no estás obligada a perdonar a quién te dañó y si no lo quieres hacer estás en todo tu derecho.

Me miró y asintió.

—¿Vamos a comprar cositas ricas? —me preguntó como niña chica, tratando de cambiar el tema. —Tengo antojo de berlines y una torta de chocolate.

Me reí y asentí.

—Vamos entonces po'.

La ayudé a levantarse, nos pusimos pantuflas y fuimos a comprar.

*ೃ༄

—¿Entonces serían cinco berlines y una torta de chocolate? —le preguntó la señora que atendía a la Kiara. Ella asintió sonriente. —¿Algo más?

Negó, pero después asintió.

—Espere. —le dijo ella mirando la vitrina que tenía el local. —¿Tienen de esas galletitas con mucho manjar?

Bájate de la nube [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora