Dos semanas después.
Scarlett
Estaba todo listo para completar mi plan. Si yo no podía tener al Matías nadie más lo tendría y menos esa loca qué se cree el hoyo del queque.
—¿Estai segura de lo que vai a hacer? —me preguntó la Michelle.
Al principio me caía bien, pero después noté que si le importaba ésta mina y se me fue cayendo.
—Sí. — rodé los ojos. —Michelle deja de preguntarme hueas porque de verdad lo haré, yo y el Matías terminaremos juntos.
Estaba en mi auto parada afuera de la casa de la mina, desde que me contactó la Michelle me he encargado de recopilar cualquier información sobre ella y sus seres queridos, resulta que sus papás pasan la mayoría del tiempo en el sur y qué ellos no estuvieran me cayo como anillo al dedo.
—¿Es verdad lo que me dijiste? —me miró nerviosa. —¿La Kiara está embarazada?
Con solo pensar que logró lo que yo nunca pude, me hace tener mucha más rabia y estar más segura de hacer esto.
—Sí Michelle. —la miré mal. —Parece qué se te ablandó el corazón, ¿o que hueá?. Si de verdad quieres ayudarme con esto espero qué estés a la altura, pero si ya te dio pena esa pobre hueona ándate porque me estai estorbando.
—Lo siento. —me miró con miedo y se bajó del auto. —No hagas nada por favor.
Le levanté el dedo de en medio y seguí esperando a la noche para comenzar con todo.
*ೃ༄
Llevaba horas esperando que llegara hasta que porfin se dignó a llegar. Venía con un poleron negro y con capucha.
De seguro el Matías se enteró que estoy acá y le advirtió.
Hueón estúpido.
Salí rápido del auto antes de que entrara, tomé la navaja que me había comprado mi papá para defenderme en una situación de peligro, por si me quisieran hacerme algo o me quisieran asaltar.
—El Matías es mío hueona maraca. —le susurre antes de enterrarle la navaja en la parte trasera del abdomen. Ese niño no iba a nacer porque solamente yo podría ser su mamá. —Te metiste con lo mío y con lo mío nadie se mete. ¡Ojalá tú y ese bastardo que tienes dentro de pudran en el infierno!
No dejé que me vea.—¡Ayuda!
Había gritado un hombre.
Salí corriendo al auto y me fui lo más rápido que pude.
—¡Mierda! —grité frustrada, mientras manejaba. —¡Perra culia cómo tenís tanta suerte culia!
Necesitaba escapar.
Enrique
—¿Qué le puedo regalar a la Kiara? —me preguntó el Matías.
Estábamos en mi casa, se vino a quedar ayer porque lo llamé y le dije que estaba aburrido.
Menos mal no tomamos o si no el secreto que guardo se me va.
—Con lo que le regalaste yo creo que ya está bien. —me miró confuso.
Enrique culiao cállate.
—¿A qué te referís?
—Le reglaste ser mejor amigo del amor de su vida. —sonreí y me pegó un wate. —Te ponís celoso altiro Matías.
—Ahueonao. —me dijo. —Ya en serio, ¿Qué cosa le puedo dar?
Me cambié la polera y eché todos los dulces que había comprado a la mochila.
—Regálale algo simple, sabes que ella es súper sencilla y aparte no es necesario tanto lujo para dar algo bonito. —me encogí de hombros. —Con algo que te salga del corazón créeme que para ella es más que suficiente.
—¿Adonde vai con tantos dulces? —me preguntó ignorando todo lo demás que le había dicho.
Éste hueon me hace muchas preguntas y me he estado comiendo las uñas para no hablar de más cada vez que nos juntamos.
Hay personas que compran un regalo para alguien, van y le dicen a ese alguien: Adivina que te compre
¿Todo bien en casa?
Porque yo claramente soy esas personas y en este caso el secreto que guardo es el regalo del Matías.
—¿Qué te importa hueón? —le dije riéndome nervioso. —Erís sapo.
—Seguiré tu consejo. —me dijo, cambiando el tema de la nada. —Si me patean será tu culpa.
Me reí.
—Qué erís hueon, Matías.
Bajamos para dejarlo en la puerta de la casa, porque ya se tenía que ir.
*ೃ༄
Las chiquillas me estaban esperando en la casa de la Kiara. Llevaba muchas cositas dulces para mi sobrino o sobrina, al final de todo la Kiara lo decidió tener; así qué la apoyaríamos en todo lo que podríamos.
Aunque ya presentía que la Kiara lo estaba esperando desde que hicimos la fiesta en mi casa.
Soy brujo.
—Te amo hijo. —me dijo mi mamá antes de que saliera.
—¡Yo también mami! —le grité desde afuera.
Lo bueno de todo es que ya nos quedaba un mes de clases y eso se pasaría volando; así que la graduación se venía encima y yo no tenía con quien ir. Respecto al Pablo el no ha cambiado en nada, de hecho creo que se la pasa de carrete en carrete y metiéndose la hueá que encuentre.
Igual tenía una pequeña esperanza de que las cosas cambiaran y formáramos algo lindo.
Llegué al paradero y esperé la micro, mientras seguía pensando puras hueas que pudieron haber pasado, pero no fue así.
*ೃ༄
Me faltaba poco para llegar, aunque la Kiara me había llamado y me había dicho que me dejaba las llaves en el macetero porque habían ido a comprar helado.
Hueona chancha.
Está embarazada.
Ah verdad.
Me reí de mi pensamiento ahueonao, mientras seguí caminando más rápido, porque hacía frío y quería hacer pipí.
Me puse la capucha porque la calle estaba muy sola y el viento estaba helado, si me enfermaba podría enfermar a la Kiara y esa hueona enferma es el diablo en persona; así qué mejor prevenía.
Llegué a la reja y estaba buscando la llave culiá en el macetero, pero no la encontraba.
—El Matías es mío hueona maraca. —dijo alguien a mis espaldas.
Diosito por favor que no me asalten.
No conocía la voz solo sentí algo afilado que me atravesó el abdomen por detrás y no una vez, lo sentí tres veces y la última fue por las costillas.
—Te metiste con lo mío y si él no es mío no es de nadie. —me dijo sacando lo que me había enterrado. —¡Ojalá tú y ese bastardo se pudran en el infierno!
Me caí al suelo y la loca salió corriendo.
—¡Ayuda!
Sentía como la vida se me iba en un dos por tres y no podía hacer nada, mi subconsciente decía que me levantara, que luchara, pero no podía porque estaba solo y no había nadie.
Poco a poco el dolor ya era mucho menor, sabía que no me quedaba mucho que hacer; así que recordé cada uno de los momentos más lindos de mi vida.
—¡Enrique! —escuché un grito ahogado de lo que parecía ser la Lucía.
Fue lo ultimo que alcancé a escuchar antes de cerrar los ojos.

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Bájate de la nube [EDITADO]
Teen Fiction[CHILENSIS] Él, un mino al que nunca le dicen que no. Ella, una mina dispuesta a bajarlo de su nube. ¿Qué tan malo podría ser eso?