V E I N T I Y O C H O

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Kiara

¿Por qué no me dijiste? —le pregunté a la Lucía, mientras sentía las lágrimas caer por mis mejillas. —Perdón, pero me voy a mi pieza.

—Hija. —me llamó con pena mi mamá. —¿Te llevo algo para arriba?

Negué y volví a mirar al tío.

—¿Está acá?

El tío miró a mis papás para ver si me decía la verdad o me evadía como siempre.

Lo hacía cada vez cuando le preguntaba por el Matías.

—Sí, mi niña.

Sentí como de nuevo el corazón me lo tomaban y lo hacían trizas. No he olvidado al Matías, es imposible hacerlo, y aunque trate de hacerlo, tampoco acepto la idea de no tenerlo en mi vida, de no tenerlo cerca molestándome siempre.

Sueño con él todos los días, hay días en qué despierto pensando que fue un mal sueño o algo por el estilo, pero no es así y vuelvo a despertar rota.

—Quiero estar sola. —dije, mientras las lágrimas corrían por mis mejillas y subía a la pieza.

También he tratado de odiarlo con todas mis fuerzas para ver si así lo olvido, pero todo eso es en vano porque lo que siento me pesa mucho más.

No podría decir que no lo quiero en mi vida porque aún tengo la esperanza que vuelva y me aclare las cosas, pero el tiempo pasa y veo que no le interesa los niños y menos le interesaré yo. Quizás en otro momento lo de nosotros pudo haber sido, pero con todo lo que ha pasado es imposible, o más que imposible no puedo dejar que jueguen así con mi corazón, no estoy para lo del voy y vuelvo, eso es para cobardes.

Y eso lo que más le critico a su mamá.

Cuando el Matías se fue, se llevó con él una parte de mí y siento que sin ella no puedo funcionar.

Es un duelo y eso lleva tiempo, pero creo que también es tiempo de hablar las cosas y que me diga si quiere o no estar en la vida de los mellizos. Esto tenía que pasar tarde o temprano, ya sufrí y sufro bastante como para estar así toda mi vida.

Es momento de ponerle fin a esta tortura.

Me recosté en la cama para intentar descansar y me quedé raja.

*ೃ༄

Kiara. —sentí que me movían fuerte. —Oye despierta, dormilona.

Bufé. —Déjame dormir.

Puse la almohada en mi cara tapándome de la luz que me molestaba.

—Tan temprano y ya estamos de mal genio po', chuky. —se escuchó una risa. —Tenemos que salir, ya vamos que estamos atrasados.

Me quitó la almohada de la cara y me froté los ojos reincorporándome con la luz.

—¿Estas acá? —sonreí al ver todos sus rulos desarmados por el borde de su cara.

Me sonrío y depositó un beso tierno en mi frente.

—Obvio que estoy acá po' mi amor, siempre he estado acá.

Me levanté lo más rápido que pude con la guata que tengo y lo abracé.

—Si sé que me extrañabai reina, es imposible no extrañar a semejante bombón.

Le pegué despacio.

—No arruines el momento.

Me levanto el mentón para que lo mirara, nuestras miradas se conectaron y me hundí en los ojos color verde musgo que tanto me gustaban.

Bájate de la nube [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora