Capítulo 6

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Disclaimer: BNHA y sus personajes, no me pertenecen.

Summary: Las noches en "Dollhouse" siempre eran movidas; la gente iba y venía y las historias que las damas de compañía escuchaban, no siempre eran felices. Uraraka Ochako trabajaba allí bajo el seudónimo de Angel face y de entre todos los desdichados que pagaban por unas horas con ella, nunca esperó hallar al padre de su amiga aguardando por su compañía.

Aclaratoria: Ésta es una obra propia y todos los derechos son reservados.

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―Quiero hacer lo mismo que ella me hizo. Quiero sentir que la estoy traicionando pero sé que sólo terminaré siendo aún más patético de lo que ya soy.

La frase dicha por Bakugo Katsuki resonaba en su cabeza con insistencia y ahínco, desde hace tres días. Tres días desde que el padre de su amiga incursionó al interior de Dollhouse. Se mordió la lengua, se mordió los labios. Se llamó tonta a sí misma pero ella seguía escuchándolo desde lo profundo de su cabeza, repitiendo una y otra y otra vez esas palabras. Quiero hacer lo mismo que ella me hizo, fueron sus palabras y la curiosidad de Ochako seguía rasgando su interior.

Tres días habían transcurrido desde entonces. Tres días en los que las clases con Mahoro continuaron y aunque ella trató de evitarla los primeros días, su amiga le hizo ser consciente de que no estaba siendo justa, claro que Mahoro no conocía la razón (la verdadera) de su distanciamiento. No, no podía hacerle eso a Mahoro siendo ella tan atenta e ignorante de lo que sucedía con sus padres.

Sus mejillas se sonrojaron al recordar a Bakugo Katsuki debajo suyo, tomando su rostro con su gran mano, mirándola como si fuese la salvación a su agonía. Se sintió deseada, se sintió tan lejos de Uraraka Ochako mientras vestía la piel de Angel Face pero aún así, la forma en la que el hombre la miraba, la hizo cuestionarse quién era ella en verdad.

Ochako tenía un grafito entre los dedos, su imaginación la remontaba hace tres días, la volvía a colocar sobre las piernas de Bakugo Katsuki y sus dedos trazaban sobre el papel de su libreta lo que era incapaz de decir en voz alta. La realidad la golpeó al percatarse de que su dibujo, el cual inició como mero pasatiempo personal en lo que su sábado lavando su ropa y haciendo un poco de limpieza en su pequeño departamento, la hizo sentarse a descansar para continuar con sus labores domésticas. Sentada en la mesa ratona de su diminuta sala, detuvo el movimiento de su mano y miró con horror el rostro en su libreta. Tan enfrascada y encantada en sus memorias con el padre de su amiga, que acabó dibujándolo con esa intensidad en su mirada rojiza que la hacía detener la respiración.

Sus dedos acariciaron el papel. Estaba avergonzada. Ella no podía estar haciendo eso de seguir imaginándolo, de seguir recordandolo como una fantasía erótica de una adolescente sin rumbo. No. Definitivamente no, principalmente porque Mahoro seguía siendo su amiga, quería seguir siendo su amiga y sabía que eso sería un problema si seguía imaginando a su padre del modo en el que lo hacía. Carajo, estaba mal, era bizarro y no tenía sentido.

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