Capítulo 7

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Disclaimer: BNHA y sus personajes, no me pertenecen.

Summary: Las noches en "Dollhouse" siempre eran movidas; la gente iba y venía y las historias que las damas de compañía escuchaban, no siempre eran felices. Uraraka Ochako trabajaba allí bajo el seudónimo de Angel face y de entre todos los desdichados que pagaban por unas horas con ella, nunca esperó hallar al padre de su amiga aguardando por su compañía.

Aclaratoria: Ésta es una obra propia y todos los derechos son reservados.

¿Qué eran las mentiras blancas? Había preguntado en una ocasión a su padre

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¿Qué eran las mentiras blancas? Había preguntado en una ocasión a su padre. Era una niña aún y había escuchado a su padre decir una mentira a su madre; Ochako nunca fue tonta, sabía a la perfección cuando su padre mentía y cuando no; Kiyoshi tenía un tic que, con los años, aprendió a controlar cada vez que decía una mentira blanca a su esposa. Ochako era una niña aún pero supo que su padre no era del todo sincero con su madre cuando, después de dejar el cerdo asado un poco más de tiempo en el horno a tal punto que lo acabó quemando, con una sonrisa le dijo cuán delicioso sabía la carne chamuscada. Su madre insistió en su error y se lamentó por haber quemado la cena de navidad esa noche buena pero Kiyoshi tomó otro gran pedazo de cerdo y se lo metió a la boca, exhalando un exagerado "mmm" que acabó por hacer sonreír a Chieko.

Ochako supo por la expresión de su padre, un poco de sonrisa, un poco de disgusto, que no fue verdad lo que acabó diciéndole a su madre pero no dijo nada; no hasta estar solos, cuando la niña preguntó a su padre por qué mentía a su madre, él sonrió con pena, no era la imagen que quería dar a su pequeño retoño pero las excepciones siempre existieron. La hizo sentarse en su regazo y con el cariño que siempre lo caracterizó le explicó qué son las mentiras blancas.

―Ochako, eres una niña lista, así que te preguntaré esto ―dijo su padre con calma―. ¿Qué crees que podría sentir tu mami si yo le dijera que no me ha gustado su comida?

Ochako tomó unos segundos, tomó unos segundos para poner su pequeña mano en su mentón e imaginarse lo que pasaría si su padre le dijera que no le ha gustado su comida. ¡Catástrofe! Por supuesto. A nadie le gustaría que le dijeran algo así. Miró a su padre con ojos expectantes y Kiyoshi supo que había hecho entender a su hija la importancia de las mentiras piadosas o mentiras blancas.

A sus veintidós años, ella seguía creyendo cuán importantes eran las mentiras piadosas y quizá más de lo que alguien podría creer. Pero lo que no te mata, te fortalece o eso es lo que ella siempre consideró idóneo para su estilo de vida.

Las mentiras blancas eran aquellas que poseían la capacidad para no lastimar los sentimientos de los demás y Ochako, de tantas mentiras dichas, muchas veces se preguntaba de qué lado del espejo se encontraba: ¿qué tan verdadera era la Ochako frente a ella?

Finalmente, esa respuesta nunca era respondida; es más, más y más mentiras iban acumulándose sobre ella, empañando su propio reflejo.

Cuando Mahoro había pedido ir al bar en donde, se suponía, ella trabajaba, Ochako no lo pensó mucho para recurrir a la única persona que podría sacarla del aprieto en donde ella misma se había metido.

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