3° La canción de muerte de Uther Pendragón

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El Rey Arturo, Merlin y yo íbamos cabalgando por el bosque que rodeaban las tierras de Camelot. El rubio y mi hermano, por el camino, iban haciéndose bromas entre ellos... Parecían unos críos.

—¿Cuando va a perdonarme, señor? —Dijo Merlin de una sonrisa. El rubio le miró incrédulo.

—¿En serio? —añadió el rey con un gesto de extrañeza, yo reí— Merlin, ¿sábes qué? La próxima vez traeré sólo a Martha, porque ella no estornuda ni espanta a mis presas cuando estoy cazando —dijo el rey mirando a Merlin de una forma burlona.

—No le trates así, Arturo... Al fin y al cabo yo sólo he venido para daros vuestro almuerzo —sonreí, Merlin me miró enfadado mientras sonreía.

De repente, mientras cabalgábamos tranquilamente, escuchamos un grito de una mujer. Los tres nos miramos mutuamente sin saber qué era lo que estaba pasando en aquel lugar.

Arturo se bajó del caballo y cogió su espada. Merlin y yo nos bajamos también y fuimos tras el rey.

Nuestros pasos eran lentos mientras que la respiración era agitada. Apartamos los arbustos que había en nuestro camino y vimos una aldea. Pero no era una aldea cualquiera, habían muchas personas en el medio de aquel lugar. Tanbién pude apreciar que una mujer anciana estaba en medio de las personas, y se sobreentendía que querían quemarla.

Nosotros tres nos acercamos al tumulto de personas que querían herir a aquella anciana. Algo en mí sabía que Arturo no iba a dejar que quemaran a esa pobre mujer.

—¡Liberad a esa mujer! —dijo Arturo mientras nos acercábamos a aquellas personas.

—Esta mujer fue condenada a muerte por poseer magia y hechicería —dijo un hombre que tenía una antorcha, quería quemar las pocas pajas que habían a los pies de la mujer para matarla... Me parecía imperdonable lo que estaban haciendo.

—Soy Arturo Pendragón, Rey de Camelot, y debo recordarle que su aldea está en mis tierras —añadió el rey ante aquel campesino.

—Pero... Su brujería trajo enfermedad y sufrimiento a esta aldea —añadió de nuevo el hombre. Miré a la anciana y vi como ella miró a Merlin para luego dirigirme su mirada. Me quedé un poco extrañada... No parecía para nada maligna como relataba aquel hombre.

—¿Tuvo un juicio justo? —Añadió Arturo otra vez. El hombre le miró exhausto.

—Vuestro padre no hubiera tenido piedad —añadió el hombre sobresaltado, Arturo dirigió su mirada al suelo cabizbajo mientras escuchaba las palabras de aquel campesino.

—Yo no soy mi padre —dijo mientras le miraba seriamente, sonreí— Así que soltadla.

—No pondré en peligro las vidas de los que viven aquí —dijo el hombre mientras acercaba su antorcha a la hoguera. Arturo, al ver que el hombre estaba a punto de quemarla, sacó su espada y le apuntó. El hombre le miró temeroso.

—He dicho que la soltéis —añadió Arturo mientras le miraba con enfado.

Hicieron caso al Rey, soltaron a la anciana y nos la llevamos.

«Más tarde»

Era de noche y habíamos acampado en el bosque para recuperar fuerzas. La anciana estaba durmiendo mientras que Merlin le miraba atentamente, al mismo tiempo que echaba agua en su frente para mantenerla hidratada. Yo estaba sentada apoyada en un árbol mientras que Arturo fue a por más leña para el fuego que habíamos hecho.

Escuché como Arturo regresó y echó la leña, que había conseguido, en la hoguera.

—¿Cómo está? —Preguntó Arturo mientras miraba a Merlin preocupado. Mi hermano le miró tristemente.

Merlin ~ Un nuevo DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora