Capitulo 7

25K 2.7K 2K
                                    


Tras haber pronunciado esas palabras, y haber pactado un trato con el mismísimo demonio, este se esfumó de mi vista, dándome cuenta tres segundos después de que en realidad la que se había esfumado era yo y que ahora me encontraba nuevamente en aquella habitación que ahora denominaba como "Mia"

Me concentré en relajarme un momento ,respirando profundamente hasta llenar por completo mis pulmones, y como si de un balde de agua congelada me cayera encima, contemple la situación en la que estaba metida. 

Había descubierto la verdad acerca de la desaparición real de mi voz, declaré mentalmente la guerra a mi clan e hice un pacto de venganza con el Rey de las Maldiciones, que por no decirlo, me tenia presa en este ruin lugar. 

Me dejé caer en aquella gran cama, sintiendo mi cuerpo chocar contra aquellas suaves sabanas de seda que aun no había podido disfrutar como deseaba, el cansancio había comenzado hacer estragos en mi cuerpo y mente, sintiendo como mis intestinos rugían al no haber vuelvo a probar un bocado desde hace horas. Me estaba matando a mi misma. 

"Arroz..."

Susurré aquellas palabras, imaginando el olor de aquel festín imaginario de mi memoria. 

Y como si de magia se tratase, el sonido de una bandeja puesta sobre aquella vieja mesa me hizo dar un salto de aquella cama. Tallé mis ojos con mis manos, tratando de verificar que aquellos tazones con comida caliente no fueran una ilusión. Y efectivamente, no lo eran. Mis pupilas se dilataron y mi boca salivó de mas al respirar aquel olor delicioso que provenía de aquella mesa. 

No podía seguir pensando de esa manera, Sukuna no me tenia como una prisionera y si lo fuera, era la prisionera mejor atendida que conocería en la vida, aunque, técnicamente, al no querer regresar a mi clan y no tener un lugar donde quedarme, estar bajo la custodia de aquel de demonio era lo mejor que podía estar recibiendo en este momento. 

Tenia una cama enorme y cómoda, había un precioso baño que cumplía todas mis necesidades y la comida, aunque era la segunda vez que la probaba, era una de las comidas mas deliciosas que mi boca había degustado. Pero aun con todas estas consideraciones, no podía bajar la guarda ante aquel poderoso demonio de las maldiciones. Darle la espalda y relajarme en este lugar era lo peor que podía hacer, aunque, quería hacerlo, quería confiar en el, en la persona que me hizo abrir los ojos de una manera no tan deseada para mi, pero quería creerle, quería sentirme en un nuevo ... Hogar...si es que se le podía ser llamado así a este espacio, pero hacerlo era como darle de comer con la mano desnuda a un lobo hambriento , me mordería la mano completamente para después comer y despedazar mi cuerpo entero para saciar por completo su hambre. 

Moví mi cabeza para olvidar esos salvajes pensamientos y comencé a estirar mi cuerpo , escuchando el sonido de mis huesos tronar, recordando aquellos golpes de Sukuna me había propinado la primera vez que nos conocimos, si a eso podía llamarse "Conocer", estar con el era como jugar con fuego; podía iluminar tu camino, propinar calor, pero también podría causar la destrucción, y quemarte por completo al ser tocada por sus grandes llamas. 

Traté de concentrarme mas en el sabor de aquella deliciosa comida, pero las ideas, preguntas y conclusiones venían a mi mente con cada mordida que daba. 

Al terminar la comida, agradecí nuevamente al demonio por haberme alimentado una vez mas. Con mis desgastadas y lastimadas manos, comencé a correr las sabanas de la cama, sintiendo una ligera sensación de felicidad al saber que por fin podría dormir, pero una corriente fría recorrió toda mi columna. 

Su demoniaca presencia inundó toda la habitación hasta el mas mínimo rincón, erizando cada unos de mis vellos. 

Me giré rápidamente, solo para observarlo tomar uno de mis tazones con comida y sorber los últimos restos que quedaban, algo desagradable a mi parecer. 

𝑰𝑵𝑭𝑰𝑬𝑹𝑵𝑶- SukunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora