Capítulo 10

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Su sonrisa causó escalofríos en todo mi cuerpo.

Moví mi rostro para librarme de su agarre, sintiendo como comenzaba arder levemente la zona donde sus dedos tomaron mas fuerza para estrujarme. Sobé mi mandíbula y lo miré nuevamente a los ojos.

"Me sorprende que me hables de tu energía ¿Quién te lo dijo?" Su cuerpo retomó su amenazante y gran postura, manteniendo ahora sus brazos cruzados, ocultos bajo ese kimono.

"El medico creyó que era una persona herida de mi clan, me habló de la energía maldita de la primogénita y como Dios la castigó quitándole la voz"

"¿Dios?" elevó la voz " No me hagas reír, ningún Dios tuvo que ver en esto, tu padre fue el mismo que decidió quitarte la voz" me apuntó con uno de los largos dedos.

"¿Pero porque?" Me acerqué a el "Yo nunca hice nada y me robó la voz ¡Explícame!" Comencé a alterarme, necesitaba respuestas, quería la verdad y haría todo lo posible por encontrarla.

"Calma, mocosa" Rodó los ojos, algo que me hizo por primera vez sentir que hablaba con un humano "Si quieres saber la verdad, tendrás que darme algo a cambio, seamos justos"

Tragué saliva con dificultad, sintiendo mi nuca comenzar a ponerse mas caliente.

"Yo.. Esta bien, lo haré"  Las mentiras viven entre las personas, y no habrá diferencia entre los demonios.  "Pero quiero saberlo todo"

Su penetrante mirada era decorada con una gran sonrisa brillante y una de sus finas cejas arqueadas, el maldito demonio tenia sus encantos, debo reconocerlo.

Mi mirada pasó por todo su rostro y cuerpo, observándolo a detalle por primera vez. La luz del sol iluminaba a la perfección su cuerpo, mostrándome detalles que nunca antes había notado.

Aquel demonio parecía un joven un poco mas mayor que yo en edades, tanto así que podía parecer una persona real, un humano.

Pero era todo lo contrario.

Aquellas líneas negras que decoraban su rostro lo hacían ver mas masculino, marcando sus facciones a la perfección, aunque no solo su rostro, sabía que su cuerpo estaba llena de ellas, haciendo que la curiosidad comenzara a invadir mi pensamiento.

Tal vez son tatuajes o marcas de nacimiento, aunque lo ultimo lo dudaba mucho.

Su cabello estaba peinado hacia arriba, dejando ver un ligero tono rosa en el, algo que me pareció gracioso y a la vez lindo.

¿Lindo?

¿De verdad había pensado que el maldito demonio era lindo?

Era todo menos lindo, era amenazante, aterrador, era mi apresor, era convincente y un asesino en masas.

Su cuerpo se movió hacia mi, captando nuevamente mi atención.

"Te diré lo que quieras saber, pero no aquí" Acercó su mano hacia mi "Volvamos"

Solté todo el aire que había estado conteniendo en mis pulmones cuando mi mano rosó levemente la suya, llenando mi cuerpo de escalofríos al sentir el choque de temperaturas.

Con fuerza jaló de esta, haciendo que mi cuerpo chocara con el suyo.

"Sujétate bien, mocosa"

Estrujé su ropa con fuerza cuando sentí una de sus manos posicionarse en mi cintura, apretándome contra su duro cuerpo.

Cerré los ojos y aspiré todo el aire que pude en el momento, deleitando mis fosas nasales con su olor, aquel olor fresco y varonil que me hacia dejar de pensar que era el mismo Señor de las Maldiciones, rebajándolo a ser un simple humano, como yo.

𝑰𝑵𝑭𝑰𝑬𝑹𝑵𝑶- SukunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora