Capítulo 12

28.1K 2.1K 2.2K
                                    




Abrí los ojos lentamente, parpadeando unas cuantas veces más para adaptar mi visión y esta dejara de verse borrosa.

Sentí un aire tibio chocar contra mis labios, mis ojos se enfocaron en su rostro, haciendo a mi corazón detenerse por completo.
Su respiración era calmada y su rostro estaba completamente relajado, sus pestañas negras hacían juego con las marcas de su piel y sus labios descansaban uno sobre otro.

El demonio dormía plácidamente.

Una imagen que jamás podría sacarme de la cabeza. Aquella deidad maldita, destructora de pueblos, arrogante y sedienta de sangre dormía a un lado mio. Su mejilla reposaba en la suavidad de la almohada, parpadee un par de veces más, recorriendo con mi mirada lentamente su cuerpo cubierto por las sedosas sábanas.

Mi rostro ardió en calor al recordar las escenas pasadas, el sentimiento de decepción y estupidez comenzó a invadirme lentamente, llenándome la cabeza de pensamientos negativos.

Había sido débil, una estupida. Esto no era mi meta, esto no iba a ayudar a vengarme de mi familia. Me había entregado a un demonio impuro.

El choque de su respiración volvió a captar mi atención, devolví mi mirada hacia él y sin haberlo pensado dos veces, llevé mi mano a su rostro, queriendo recorrer aquellas marcas que lo hacían ver tan varonil, dandole mas sensualidad aquel demonio.

Pero mi mano fue sujetada con fuerza antes de poder tocar su cálida piel. Mi corazón y cuerpo dieron un salto ante la reacción desprevenida.

"No he dicho que me toques" Su ronca y profunda voz hizo retumbar mi cuerpo, la habitación y el mundo entero

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"No he dicho que me toques" Su ronca y profunda voz hizo retumbar mi cuerpo, la habitación y el mundo entero.

Tragué con dificultad saliva, pero no iba hablarle. ¿Que podria decirle al demonio después de una noche de sexo y gemidos desgarradores? Mi mano fué liberada segundos después. Me tumbé de espaldas a la cama, mientras llevaba las sábanas más arriba de mi pecho, pero nuevamente fui detenida.

El gran demonio adormilado tomó mi muñeca y jaló con fuerza de ella, haciéndome soltar un ligero quejido ante su gran fuerza con la que me trataba. Mi mirada se quedó fija en su pecho ante la cercanía con la que ahora estábamos, piel con piel.

Sus largos dedos volvieron a trazar un camino de caricias por mi espalda, soltando temblorosos suspiros ante la suave y cosquilleante sensación que dejaba. Mis párpados volvían a pesarme, cerrandolos mientras disfrutaba de aquellas falsas caricias que me proporcionaba.

Entre caricias y malos pensamientos, volví a rendirme ante el cansancio que tenía. Pero no duró mucho, el demonio comenzó a moverse, haciendo que despertara exaltada y confundida. Tallé uno de mis ojos para enfocar mi visión, el demonio estaba de pie, amarrando su kimono a su cintura, dejando ver su parte superior descubierta.

Abrí mis ojos a tope y mi rostro explotó en un sonrojo considerable.

Su espalda mostraba las marcas de unas filosas garras, acompañadas de diferentes hematomas alrededor de estas por todo su dorso. Bajo mi nerviosa mirada recorrí las puntas de mis dedos con mi pulgar, dándome cuenta que la causante de aquellas líneas rojas repartidas por su piel era yo.

𝑰𝑵𝑭𝑰𝑬𝑹𝑵𝑶- SukunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora