Capitulo 20

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Froté mis manos sobre mi rostro, alejando todos aquellos sentimientos encontrados que luchaban en mi interior. Dejé escapar un bufido de rendición, pero algo se tornó molesto y doloroso en mi interior.

Un fuerte pinchazo apareció en mi zona abdominal, justo en el vientre. Llevé mis manos hacia esa zona, apretándola, como si aquello fuera a detener el dolor que comenzaba a crecer en mi interior.

No no no, mierda, no.

Mi cuerpo recibía escalofríos helados, haciendo que el choque de temperaturas entre mi cuerpo y el ambiente fuera más notorio. Todo esto significaba una sola cosa.

Me puse de pie y caminé lo mas rápido que podía, adentrándome al cuarto de baño, donde me despojé de la cálida vestimenta del demonio, arrojándola lejos para que no alcanzara a mancharse.

Abrí con rapidez la llave del agua, mientras un rio de sangre se deslizaba por mis piernas, dejándome una desagradable sensación.

Si, el maldito periodo había llegado.

Tomé una vasija y la llene con agua, limpiando el rastro de sangre, para después adentrarme a la tina y limpiar mi cuerpo. Suspiré pesadamente, al menos no tendría que preocuparme por un bebé.

Reí ante la imagen de Sukuna lidiando con un pequeño bebé, él bebé del Rey de las Maldiciones. Llevé mis manos a mi rostro, mojándolo para alejar  aquellas enternecedoras imágenes de mi mente.

Si bien, toda mi vida las ancianas del clan me habían enseñado acerca del cuidado de la mujer y sus periodos, no me imaginaba que lo olvidaría en una situación como esta. Además ¿Un demonio puede procrear? 

Dar a luz al hijo del Rey seria cometer el peor pecado habido y por haber. Pero algo dentro de mi se derretía de ternura al imaginarlo como padre, imaginarnos como una familia...

¡BASTA!

Hundí mi cuerpo en el agua. Estaba volviéndome completamente loca.

Loca de amor por él..

Saqué mi cabeza del agua. Era verdad, y no podía negarlo más.

Pero no quería, mi mente se rehusaba aceptarlo, pero mi corazón gritaba de amor cada que él estaba cerca mío.

No puede ser. ¿Cómo es que esto ocurrió? ¿Cómo es que..?

Me enamoré de Ryomen Sukuna, El Gran Rey de las Maldiciones.

El tiempo pasó bajo la tranquilidad y el silencio a su alrededor.

Tomé las medidas y prendas necearías para mi comodidad, llevé mi cabeza hacia atrás, agradeciendo que Sukuna no tuviera que presenciar la llegada del molesto periodo.

Salí completamente limpia y seca del cuarto de baño, arrojándome a la cama, dispuesta a descansar y calmar el intermitente dolor abdominal. Acomodé mi cabeza en la almohada, inhalando el ligero aroma de su cuerpo que aún seguía impregnado en ella. Mis ojos comenzaban a pesar, relajé mi cuerpo por completo, esperando a caer dormida.

"Mi Señora" Mi cuerpo dio un salto por el susto, abrí mis ojos y miré aquella persona arrodillarse nuevamente "Disculpe la interrupción" No por favor, otra vez no "Mi Señor me ha pedido que la atienda en todas sus necesidades ¿Qué es lo que desea comer?" Su voz era suave y tranquila.

Levanté mi cuerpo, sentándome en la cama " Uraume ¿Verdad?" Asintió sin mirarme " No es necesario que me llames de esa forma, tampoco que te inclines hacia mí. Solo soy una humana cualquiera" Y no mentía "Lo que sea está bien para mí"

𝑰𝑵𝑭𝑰𝑬𝑹𝑵𝑶- SukunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora