Capítulo 1

39 10 23
                                    


Londres, Reino Unido.

 Los flashes inmediatamente me ciegan, dejándome descolocada por largos segundos, parpadeo varias veces seguidas intentando adaptar mi vista al entorno, aun cuando motas blancas siguen apareciendo en mi campo de visión

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los flashes inmediatamente me ciegan, dejándome descolocada por largos segundos, parpadeo varias veces seguidas intentando adaptar mi vista al entorno, aun cuando motas blancas siguen apareciendo en mi campo de visión. Decir que no estoy acostumbrada a aquello sería mentir, por lo que simplemente me limito a seguir caminando.

Mis botas de tacón resuenan en el piso de mármol a cada paso que doy, pero, son ahogados por el griterío de los fanáticos siendo controlados por la seguridad del aeropuerto; las cámaras siguen haciendo lo suyo, captar cada mínimo movimiento que emito y los de la prensa buscan la manera de hacer que un micrófono esté lo suficientemente cerca de mi rostro para responder a sus preguntas, sin embargo, mi cerebro se encuentra tan irritado que no soy capaz de detenerme a hablar con un par, no como otras veces.

—Blair, Blair —busca mi atención una mujer joven, de alguna cadena televisiva inglesa que no logro registrar, a la cual evado lo más educada que puedo, aun estando cansada o un poco abrumada por el bullicio, siempre me recuerdo ser amable.

Viajar de América a Europa no es fácil, mis músculos están un poco entumecidos y quiero llegar cuanto antes al hotel para descansar, así que, por esta vez me permito comportarme como una "diva" y no detenerme a responder preguntas, firmar autógrafos o dar fotos, si lo hago, lo haré cuando crea que puedo ser sincera con mi público, dejo que mi propia seguridad me rodee en un círculo y me ayuden a atravesar a la multitud lo más rápido posible. Solo puedo visualizar la salida, aunque soy consciente de que afuera, el caos suele ser mucho peor. Al menos levanto la mano y saludo amable, sé que cada persona se ha tomado un poco de su tiempo para venir, y otros simplemente hacen su trabajo.

—La junta con los directivos de la película es en veinte minutos, debemos darnos prisa —me comenta Chandler, mi representante, lo suficientemente alto para que lo escuche, tiene los ojos clavados en la pantalla del iPad donde se graba toda mi agenda mientras me sigue el paso.

Un gemido involuntario escapa de mis labios, los cuales forman un puchero hacia él.—Pensé que tendría tiempo de no sé, descansar un rato en el hotel —suspiro, quitándome las gafas de sol para ponerlas en mi cabeza, revelando mi rostro a las cámaras, quienes no desaprovechan la oportunidad de capturarlo—. Estoy agotada.

—Lo sé linda, prometo que será rápido, ellos solo quieren que ambas coestrellas se conozcan por fin —me informa él, luciendo igual de agotado que yo.

Asiento en acuerdo y meto una de mis manos en el bolsillo de mi abrigo, sacó un billete de veinte dólares arrugado y uno que probablemente fue lavado junto al abrigo, lo extiendo frente a mi cara como si fuese la cosa más interesante del mundo.

— ¡Oh, encontré un billete! —Digo, Chandler me mira sobre su hombro con una ceja enarcada al percibir que nos hemos detenido—. Toma, cómprate algo bonito.

(LH.1)- La dulce perdición de LowellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora