Capítulo 9

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Londres, Reino Unido

 Las redes explotan y estamos en el titular de la revista P¡nk el lunes a primera hora

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Las redes explotan y estamos en el titular de la revista P¡nk el lunes a primera hora. No me lo puedo creer. Todo lo que genera una sola foto en Instagram me tiene anonadada, millones de personas me han seguido en todos mis perfiles en cuestión de horas.

Todavía no paran de seguirme.

Ese día, en el que conocí a los hermanos de Lowell, Alaric Holladay subió una foto de todos nosotros juntos a su cuenta personal; y la unión de tres actores, un modelo profesional y dos medallistas olímpicos, provocó está explosión en la gente. Ellos amaron tanto la foto que se propagó por todos lados. Sabía que la familia Holladay era importante en Reino Unido, pero cuando leo en el titular de la revista que los llaman la familia más importante del país solo por detrás de la familia real, caigo en cuenta de lo famoso que es mi coestrella.

¿Qué pasaría si se uniera un miembro de la familia real con un Holladay? Las personas creo que colapsarían. Yo también quisiera verlo.

Romanova logra hacerme una llave en el cuello y tirarme contra la colchoneta, deja soltar un grito triunfal en cuanto me tiene presionada con su cuerpo, dejándome inmóvil.

— ¡Vale, vale, has ganado! —Grito entre risas aún inmóvil bajo su peso—. Mujer, creo que me dejarás sin respiración.

—Lo siento por ti, pero yo estoy bastante cómoda —se burla sentándose sobre mí sin dejar de presionar con sus manos mis brazos—. ¡Necesitamos una foto de esto!

El instructor no parece sorprendido de nuestras tonterías, llevamos al menos una hora en lo mismo. Se supone que debemos practicar algunos movimientos de defensa personal y ciertas coreografías de acción para las próximas escenas que debemos grabar esta semana.

—Esta es la como la fantasía de cualquier persona en el mundo —habla Lowell desde los bancos, una enorme sonrisa pinta su rostro de oreja a oreja y alza su teléfono en alto tomando una fotografía.

Ruedo los ojos riendo.

—Aleja tus malos pensamientos, Lolo cochino —dice Romanova poniéndose de pie y dándome la mano, la tomo gustosa.

—Lolo tiene razón, es que es solo muy —Chandler hace una expresión de explosión cerebral.

— ¿Verdad? No fui el único que lo pensó —ellos chocan puños como unos cavernícolas hasta que Lowell cae en cuenta de algo y su ceño se frunce—. ¿Cómo me has llamado?

Chandler rompe en carcajadas y ahora Lowell intenta de nuevo que repita lo que dijo amenazándolo con hacerle una llave a él también, mi primo no parece triste de que un hombre guapo amenace con ahorcarlo. Desde que Romanova llamó a Lowell de esa manera se quedó como Lolo para nuestro pequeño grupo de amigos.

Amigos... Se siente extraño decir que tengo amigos, vale que no nos conocemos de toda la vida ni compartimos nuestros secretos más oscuros los unos con los otros, no obstante a eso, es increíble lo reconfortante que resulta poder reír con alguien por tonterías, compartir un café o un simple almuerzo entre anécdotas. No había tenido algo como eso antes, solo éramos Chandler y yo, y aunque era reconfortante eso no quitaba lo solitario, y no era la única que lo pensaba, lo sé por la forma en la que mi rubio favorito disfruta de echarse sus chistes con doble sentido junto a Romanova, o la manera en la que ahora puede tener conversaciones con otro hombre junto con Lowell.

(LH.1)- La dulce perdición de LowellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora