Capítulo 8

14 10 60
                                    

Londres, Reino Unido

Londres, Reino Unido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—Dilo —le pido, no dejándola bajar del auto, aun cuando ya hemos llegado a la casa.

La castaña me da una mirada de ojos entrecerrados pero no insiste en abrir la puerta que yo he cerrado antes, suspira y se deja caer recostada del asiento trasero.

— ¿Qué quieres que te diga?

—No lo sé, pero hay algo que te molesta, estás callada y mirándome con esos ojos que pones cuando algo no te parece bien —aclaro despeinándome el cabello un poco frustrado—. Ni siquiera te acercaste a preguntar cómo estaba ella incluso cuando todos lo hicieron, hasta Romanova.

Aunque Romanova no es tanto de su agrado tampoco, debido a su personalidad, la verdad es que Laurent es más del tipo correcta y cayada, cerrada solo para sus amigos cercanos, y Romanova es efusiva y confianzuda. Increíble que yo pueda ser tan amigo de personas completamente opuestas.

Nuestro guardaespaldas y conductor se baja dándose cuenta de que probablemente tendremos una conversación privada. Adoro a nuestros guardaespaldas, son todos tan considerados, y si son capaces de soportar a los gemelos son capaces de todo, o eso es lo que dice papá y probablemente tenga razón.

—No lo sé Lowell —admite girando la cabeza sobre el cojín para mirarme—. A veces siento que esto será un problema, Blair era buena actriz pero ahora parece tener problemas. Mira todo lo que armó hoy, perdimos prácticamente un día de trabajo, y sé que en la sesión de fotos el fotógrafo estuvo a punto de perder los nervios por su falta de enfoque, a veces creo que será un inconveniente para ti y tal vez lo que decían de ella era cierto...

—Laurent, ella no armó nada hoy, estuve allí, vi su miedo y realmente estaba asustada al quedarse encerrada —la corto, de pronto molestándome por la inclinación de sus palabras—. Diablos, hasta a mí me asustaría quedarme en un ascensor encerrado, imagínate para alguien que no soporta el encierro en sí.

No digo nada más para no tener que hablar sobre lo que Blair me confió solo a mí.

—Solo la defiendes porque te parece bonita —espeta soltando una risita irónica.

—Joder, me parece la mujer más hermosa desde que tengo unos trece años y la vi en televisión por primera vez —recalco—. Pero su belleza no es el puto punto, estoy hablando de una persona real con miedos reales y no somos nadie para juzgarla.

Un silencio incomodo como el demonio se instala entre ambos, suspiro y también me recuesto del asiento, mirando a través del cristal las luces encendidas del porche. Por la hora de seguro Molly está sirviendo la cena.

—Lo veo.

— ¿Qué?

—En tus ojos, brillan, solo lo vi una vez cuando te enamoraste de... —dice pero no menciona ese nombre que sabe que me perturba—. Solo no quiero que me cambies, ¿Vale? Eres mi mejor amigo y todos estos días solo es Romanova y Blair para ti, tengo razones para estar un poquito celosa.

(LH.1)- La dulce perdición de LowellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora