Capítulo 19

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 Londres, Reino Unido

No sé de donde he sacado la valentía, pero he cruzado hasta el asiento del piloto y me he subido al regazo de Lowell Holladay para besarlo descaradamente

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No sé de donde he sacado la valentía, pero he cruzado hasta el asiento del piloto y me he subido al regazo de Lowell Holladay para besarlo descaradamente. ¡Estoy sobre mi coestrella y no es para una escena! Ay Jesús crucificado que atrevida me siento.

Lowell me observa sorprendido cuando el beso termina, como si no terminara de creérselo, mis orejas se calienten y tengo que sostenerme de sus hombros para estabilizarme, entonces inconscientemente aprieto los muslos, lo que es un error porque estoy justo sobre él y nuestras partes sensibles se presionan.

— ¿Puedo tocarte? —arrastra las palabras, algo en sus pupilas brilla y deja sus labios hinchados entre abiertos mientras mira los mío.

—Tú siempre quieres tocarme —digo, sonriendo de medio lado, apoyo la palma de mi mano contra su barbilla, la barba incipiente raspa la piel lo que me hace estremecer.

Es verdad, toda la noche me ha tocado de manera sutil, al unir nuestras manos, al juguetear con mi cabello en medio del musical, limpiar mi boca llena de salsa con su pulgar cuando comíamos las hamburguesas. O tomándome del cuello para besarme. Nunca ha despegado sus ojos de mi durante toda la noche.

— ¿Y tú quieres que lo haga? Que te toque...

Respiro hondo y relamo mis labios, ganando que su atención se pose en ellos. Y él aprieta la mandíbula, como si se contuviera de inclinarse hacia mí y besarme. La temperatura dentro del auto parece ascender aunque el aire acondicionado este encendido. Me remuevo para que la posición no sea tan incómoda y él gime colocando una mano en mi cintura, con la otra hace que el asiento se recline un poco y nos dé mayor comodidad.

— ¿Está bien si me siento aquí? —pregunto con voz débil, mordisqueándome el labio, una sonrisa incrédula pinta sus labios.

Creo que no ha sido buena idea haberme puesto una falda, ahora mis bragas se presionan contra su bragueta.

—Está bien siempre que se trate de ti —habla Lowell, hundiendo su nariz en la curvatura de mi cuello, inhalando mi aroma y haciendo que un jadeo involuntario escape de mi cuando deja un beso húmedo en la base debajo de mi oreja—. ¿Lugar sensible?

Ladea su cabeza hacia mí, sonriendo de medio lado, sus ojos oscurecidos y el cabello despeinado cayéndole sobre ellos. Luce intimidante y feroz. Borra esa sonrisa cuando apoyo las rodillas contra el asiento, a sus costados, refregando nuestras caderas, entonces me toma suavemente del cuello con una de sus palmas abiertas y me atrae hacia su rostro.

Asiento, para dejarle en claro que está bien que me tome de esa manera y planta sus labios contra los míos. Siguen húmedos y calientes, y bañan mi cerebro como si estuviese embriagada, no puedo pensar, ni procesar, solo puedo sentirlo a él. A él y sus labios demandantes que engullen los míos, a él y su lengua invasiva que recorre mi boca y toma todo de mí, él me destruye y me construye con un solo beso sin siquiera darse cuenta. Me libera con una chupada de labio inferior y se recuesta del asiento, su mano sigue acariciando mi cuello.

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⏰ Última actualización: Sep 08, 2023 ⏰

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(LH.1)- La dulce perdición de LowellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora