Capítulo 18

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Londres, Reino Unido

— ¡Póker! —exclama Louie levantando un par de cartas en alto

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¡Póker! —exclama Louie levantando un par de cartas en alto.

—No estamos jugando póker, imbécil —le chista Levi refunfuñando.

Está de pésimo humor, como de costumbre.

—No seas tan gruñón, frutillita —Alaric extiende su boca en un pico buscando darle un beso en la mejilla, Levi lo patea en la pierna provocándole una exclamación de dolor.

—No sé, ¿No tienes donde ir a meter tu polla desagradable hoy? Es fin de semana.

Alaric lo patea devuelta provocando que Levi caiga sobre Asher quién con gesto horrorizado mira como las cartas y las fichas se mezclan sobre la mesa.

—Puedes ir y preguntarle a cualquier persona que haya estado conmigo y te dirán que mi polla es todo menos desagradable —se defiende.

—Hombres, siempre tienen que convertir a sus pollas y encuentros sexuales en el tema de conversación —resopla Anya, aburrida.

De reojo noto como los gemelos agarran más fichas de las que deberían y las colocan junto a las que ya tenían, claramente haciendo trampa. No digo nada, los dejo discutir e insultarse en su extraño juego de BlackJack.

Bordeo la mesa de juego, el extenso salón de juego que mis padres diseñaron para nosotros luce como un casino, solo que más colorido, tiene la mano de diseñadora de mamá en cada uno de los detalles. Desde las lajas de mármol en el suelo hasta el papel tapiz de las paredes. Laurent está sentada en los muebles pegados al gran ventanal en el ala izquierda del lugar, leyendo algo en su iPad, probablemente tiene que ver con mi agenda.

— ¿Qué tal me veo? —pregunto cuando llego hasta ella extendiendo mis brazos y enarcando las cejas—.Soy extremadamente encantador, ¿No?

Ella pone sus ojos sobre mí y me da una mirada de arriba abajo, disgustada.

— ¿En serio vas a ir?

—Oh claro que sí, ni modo que la deje plantada —bromeo pero Laurent no se ríe—. ¿Podrías por lo menos ponerte feliz por mí?

La castaña suspira, quitándose las gafas de lectura y se pone de pie frente a mí.

—Los medios van a hablar sobre esto —dice—. Habrán rumores de citas, y no sé si podamos hacerlos pasar desapercibido, serán la comidilla de todo el país.

—Cool, porque tendrán razón, eso es exactamente lo que tendremos, una cita —sonrío despeinándome el cabello—. Y estoy jodidamente feliz por eso, Laurent.

No la he llamado Lau, ni mi mujer ardiente, por lo tanto su expresión se ensombrece, sabe que hablo en serio.

—Ella era mi amiga... —murmura, y sé que ya no hablamos de Blair.

(LH.1)- La dulce perdición de LowellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora