─ chapter iv

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capítulo cuatro
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Provincia de Cremona,
Italia

TRAS DOCE HORAS DE VUELO Y OTRAS TRES horas de viaje en tren, Audrey había dejado atrás los monumentos y el tráfico de Washington D.C. para encontrarse con el clima caluroso y las calles adoquinadas del lugar que por varios años fue su hogar.

Para llegar a casa de sus abuelos pudo haber tomado un taxi o rentado un auto, pero en cambio decidió caminar sin ninguna prisa por los campos a las afueras de Crema. Sentía sus pulmones, acostumbrados al smok de las grandes ciudades, llenarse de aire puro, y de alguna manera era refrescante.

Llegó a la casa de sus abuelos poco antes del atardecer, cuando los últimos rayos de luz bronceaban su pálida piel y los pájaros surcaban en grandes parvadas los cielos. Parada a unos metros del enorme jardín, apreciaba una imagen digna de una postal o de ser enmarcada. La casa de color blanca y tejado rojizo, el horizonte teñido de cálidos tonos naranjas y su abuela, tendiendo las sábanas blancas que se removían con el viento.

—¡Audrey!—exclamó cuando vio a la joven y rápidamente hizo a un lado su labor.

La agente esbozó una amplia sonrisa.—¡Abuela!—vociferó y dejó su par de maletas para correr hacia la mujer.

Se encontraron a mitad del jardín y se envolvieron en un reconfortante y efusivo abrazo que hizo caer a ambas sobre el césped.

—¿Porqué no llamaste? ¡Pudimos ir por ti a la estación de tren!

—¡Quería darles una sorpresa!—rió Audrey.

—Fue una maravillosa sorpresa, stellina mia.—la mayor besó ambas mejillas de su nieta y acuñó su rostro entre sus manos—Mírate, eres toda una pupa.

—¿Acaso piensan quedarse ahí hasta que les salgan raíces?—habló el hombre anciano y de prominente papada parado frente a ellas y que las observaba con la misma severidad con la que observaba a los niños que llegaban a jugar en su jardín sin su permiso.

—¡Bruno, es nuestra Audrey!—la mujer anunció con gran emoción.

—Ya me di cuenta, Chiara.—gruñó en respuesta—¿Y bien? ¿No piensan levantarse?

De un salto la joven agente se colocó en pie y seguido de ello estiró su mano para ayudar a su abuela, quien sosteniendo su cintura se levantó del césped igualmente.

NO TIME TO DIE ✧ bucky barnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora