❝ You were my life
But life is far away from fair. ❞
Donde James Barnes es atormentado por los estragos de su pasado.
o
Donde Audrey D'Angelo no sabe lo que hizo para que James la alejara.
A MCU fanfiction
TFATWS - ?
[Bucky B. x Female Oc!]
Mudbloo...
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ES CURIOSA LA MANERA EN QUE EL TIEMPO TRANSCURRE.
La relatividad explica a la perfección como un minuto puede convertirse en interminables horas y como una hora puede pasar en un parpadeo. Todos perciben el tiempo de manera distinta, dependiendo de el lugar, del momento, de las emociones y de la compañía.
Y es justo por lo último que Bucky ha terminado por perder toda noción real del tiempo.
De joven, cuando era solo un atolondrado y despreocupado chico de Brooklyn, había escuchado a alguien decir que cuando conoces a la persona correcta el tiempo se detiene. Entonces, hace ochenta años, creyó que era una completa tontería. La vida continúa sin importar a quien tengas en frente y no para ni siquiera por creencias cursis. Eso pensaba. Claro que hasta entonces no había conocido a nadie que fuera remotamente la persona correcta.
Pero los últimos meses habían logrado poner todo en perspectiva.
El tiempo se había detenido estando con Audrey. No sabía explicarlo, pero así era. Las fechas en el calendario no importaban, los instantes que debían separarse eran efímeros y las noches de besos y caricias eran infinitas.
Justo como esa noche cálida y tranquila. Era la calma antes de la próxima tormenta.
—¿Decías algo sobre que Frank Sinatra es mejor que Frankie Valli?—Audrey separó sus labios para verlo con una ceja enarcada y una sonrisa socarronamente astuta.
Él gruñó al dejar de sentir los dulces labios de la joven sobre los suyos.—Creó que lo olvide.—cedió, realmente sin importarle la pequeña discusión que de alguna manera los había llevado a esa sesión de besos.
—Eso creí.—dijo victoriosa y volviendo a devorar la boca de Bucky.
La cama que habían comenzado a compartir poco después de que ambos sinceraran sus sentimientos era su sitio seguro. Se refugiaban bajo sus sabanas cada noche, hablaban como un viejo matrimonio, bromeaban de trivialidades como un par de amigos y se besaban con la misma intensidad que dos amantes a punto de ser separados.
Se volvían uno mismo cuando juntaban sus labios y sus manos exploraban la fisionomía ajena, provocando largos suspiros y dejando deseo para más. Y eso era justo lo que Audrey quería. Más. Bucky lo sabía. Tal vez llevaba setenta años sin encontrarse en una situación remotamente parecida, pero sabía cómo interpretar los besos osados y poco inocentes que la castaña dejaba por todo su cuello cuando se colocaba a horcadas sobre su regazo. Y era en ese instante cuando una alerta que no sabía cómo apagar se activaba en él y lo odiaba.
—Audrey.—llamó en un suspiro a la joven.
—¿Uhm?—soltó distraídamente, mientras seguía dejando un camino de besos húmedos desde el lóbulo de su oreja izquierda hasta su clavícula.