─ chapter xxii

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capítulo veintidós
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—Llegó la hora.

Las llamas de la fogata se alzaban en la oscuridad de la noche, chocando y moviéndose al ritmo del tenue soplo del viento de media noche. En el medio de las montañas que custodian y resguardan la ciudad del temible exterior, es el fuego el único elemento que mantiene la atención de Bucky. En él parece encontrar una interesante fascinación, como si el calor y el ardor que crece de las brasas pudieran derretir la gruesa capa de hielo en su interior, esa misma que le hacía honor al nombre por el que tantos años fue conocido. El nombre del otro sujeto.

Invierno.

Tenía que pasar a la siguiente estación. No. Necesitaba acabar hasta con la última escarcha que calaba sus huesos y congelaba su mente.

—¿Estas segura de esto?—inquirió vacilante a la guardia real.

Ayo veía la suspicacia y temor en el reflejo de las flamas en sus ojos cerúleos.—Aún puedo traer a Leona Madre.—le hizo saber—No dejare que la hieras.

El hombre negó de inmediato.—No.—dijo tajante, aunque todo lo que deseaba en ese instante era entrelazar sus dedos con los de ella y escucharla decir que todo estaría bien.

La dora milaje asintió, sin insistir más.—No dejaré que lastimes a nadie.—le aseguró.

James sabía que así sería, pero una parte de él aún temía que el Soldado del Invierno siguiera ahí, a pesar de los esfuerzos de la princesa Shuri por suprimirlo de su mente, y que al escuchar las palabras, tomara el control nuevamente y a él lo mandara lejos en su propio cuerpo, en su propia mente.

Aún así y con todos sus miedos, asintió. Porque necesitaba acabar con la incertidumbre.

Anhelo.—comenzó a pronunciar Ayo en ruso. Tan solo escuchar la primera palabra, aquella que daba inicio a todo, le erizó cada vello de su cuerpo, como un reflejo, como un instinto con el que debería aprender a vivir—Oxidado.—continuó, observándolo atentamente, en busca de cualquier cambio en él, esperando por lo peor, aferrando su lanza en caso de que tuviera que utilizarla—Diecisiete.

—No va a funcionar.—su voz escapó de entre sus labios con debilidad, como la súplica a una sentencia.

Rogaba que no funcionara.

Amanecer.

Su cuerpo había comenzado a temblar sin darse cuenta y la luz de las llamas reflejaban las lágrimas de impotencia que habían empezado a acumularse en sus ojos.

Horno.

Y los recuerdos comenzaron a bombardearle encima. El libro rojo. El inicio de todo.

Nueve.

NO TIME TO DIE ✧ bucky barnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora