❝ You were my life
But life is far away from fair. ❞
Donde James Barnes es atormentado por los estragos de su pasado.
o
Donde Audrey D'Angelo no sabe lo que hizo para que James la alejara.
A MCU fanfiction
TFATWS - ?
[Bucky B. x Female Oc!]
Mudbloo...
┌─────────────────┐ capítulo dos └─────────────────┘
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Washington D.C., Maryland
—La puntualidad no es lo tuyo, ¿cierto?
Audrey D'Angelo sonrió al hombre de traje que la recibió en el salón de ceremonias vacío del Museo Smithsoniano del Aire y el Espacio.
—Solo diez minutos tarde, es un nuevo récord.—respondió orgullosa—¿Cómo has estado, Rhodey?—ofreció un corto abrazo al Coronel.
—Ya sabes,—suspiró—adaptándome a todo.
—No es poco.
El moreno se encogió de hombros.—Cada día es un poco más fácil, ya sabes,—Audrey asintió comprensiva—aceptar que ya no está.—una amarga sonrisa se formó en su rostro. La agente acarició su brazo como muestra de apoyo—Pero no has venido a escuchar tristes historias de un viejo.—chasqueó.
—De hecho, venía a escuchar el sentimental discurso de nuestro chico.—mencionó.
Rhodes soltó una pequeña risa.—Justo lo acabo de dejar solo con sus pensamientos por allá.—señaló el corredor que conducía a la exposición dedicada a Capitán America—Tal vez puedas convencerlo de recitarlo de nuevo con el mismo sentimiento con el que lo hizo arriba del podium.
Audrey asintió.—Lo intentaré.
—Hasta pronto, Audrey.—el hombre se despidió, dejando a la joven sola en el enorme salón.
El eco del lugar hacía resonar los tacones de la mujer mientras recorría la exhibición en busca de Sam Wilson. Se detenía cada tanto para observar las imágenes de Steve Rogers durante la Segunda Guerra Mundial y las portadas de los cómics dedicados a la leyenda del Capitán America. A su mente vino momentáneamente el recuerdo de su madre y su amor platónico por Steve Rogers. Recordaba ser niña y escuchar a su madre decirle que el hombre del traje de rayas y estrella en el pecho era su padre.
—Comenzará a desgastarse si lo miras demasiado.—bromeó al encontrar al hombre al que buscaba contemplar el emblemático escudo hecho para el combate, ahora dentro de una vitrina.
—Déjame adivinar, ¿tarde de nuevo?—inquirió el moreno de traje. Audrey se encogió de hombros de forma inocente—¿Enserio? te perdiste de un gran discurso.
—Probablemente tardaste toda la noche en escribirlo.
—¿Bromeas? ¡Tarde días!
Se envolvieron en un fraternal abrazo y al separarse, ambos observaron el controversial escudo frente a ellos.
—Se lo que vas a decir...
—¡No dire nada!—se adelantó a decir Audrey—Tal vez no este personalmente de acuerdo, pero fue tu decisión después de todo.—resopló—Yo solo te facilite las cosas.
