Una joven casada sin amor con un terrible barón en un tiempo donde el divorcio no existía y el adulterio era un crimen, conoce a Simón Basset, un enigmático joven Duque que repudia el matrimonio y prefiere las cosas informales
Se encontrarán envuel...
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Crying
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Los dos sirvientes que se encontraban en los establos simplemente le abrieron la enorme puerta de abedul algo podrido en la parte trasera de la casa para que la rubia saliera en su caballo corriendo a todo galope
No era la primera vez que lo hacía, y la servidumbre estaba totalmente acostumbrada a las peleas de la peculiar pareja donde normalmente la esposa terminaba alejándose de la casa durante algunas horas. Aunque bien sabían que ella preferiría alejarse para siempre de los Relish
Llegó al campo rodeado de bastos árboles alejados de las casas. Corrió como nunca apesar de que las lágrimas le nublaron un poco la vista, lo único que quería era salir corriendo para estar sola aunque fuera un solo momento sin tener que sentir que el aire de sus pulmones la abandonaba
Mientras en la habitación en la casa la querida mujer de tercera edad se acomodaba sus ridículo peinado con un pie en el marco de la puerta
—¿no iras detrás de ella?— Eldys preguntó furiosa
—¿quieres cerrar la boca? No pretendo ir a consolarla por algo que ella misma se busco, estoy harto de ver como sus sentimientos afloran sin razón— gruño señalando la ventana —si quieres ir detrás de ella, ve por un caballo y dejame en paz— exclamó para salir de la habitación
La mujer solo entre abrió su boca corriendo directo a encerrarse a su habitación tragandose el coraje y culpando a la rubia por la ira de su propio hijo
Aunque Amelia estaba más concentrada en el camino de hierba que tenía frente a ella y de ves en cuando daba leves miradas hacia su espalda para ver si alguien de la casa Relish la seguía, pero no había nadie, y si lo hubo, probablemente lo había perdido hace muchísimos kilómetros atrás pues ya iba lo bastante lejos como para solo poder ver árboles y campos a su alrededor
Paro inmediatamente cuando se encontró con algunos abedules cercanos moviendo sus hojas al ritmo del leve viento que soplaba alborotando su cabello más de lo que Julien lo había echo con la bofetada. Bajo corriendo del cabello quedándose ahí, estática, observando a los árboles hasta que no pudo contenerse más y derrepente solto un grito desgarrador, rompió en llanto soltando lágrimas como si sus azules ojos fueran grifos de agua, sus sollozos parecían desesperados, como si un bebé estuviera llorando sin control alguno. Un llanto que hacía sentir mal hasta los más duros hombres
Pasaron cinco minutos en ese estado hasta que fue disminuyendo poco a poco, cada vez más lento, más leve, pero sin dejar de sollozar, sacó un pañuelo que habia tejido a mano para limpiar su nariz y las constantes lágrimas que no querían parar
—¿Lady Relish?— La voz de Simón la asustó tanto que por poco cae del caballo, se alcanzó a sostener firmemente y en cuanto vio frente a ella al moreno hombre montado en el corcel que casi la mataba, giro su rostro completamente hacia el lado contrario para que no la viera en ese vergonzoso estado. Sabía que los hombres detestaban tener que lidiar con una mujer histérica y despechada
