Ese día casi no se había metido en problemas.
La profesora de filosofía le había pedido abandonar su clase luego de alrededor de diez minutos en que el menor había discutido sin sentido con ella, pero nada más.
Su vida escolar podía resumirse en la de un muchacho común y corriente que solía ocasionar problemas cuando se aburría, pero eso casi nunca pasaba.
Sus profesores reconocían su inteligencia, pero sentenciaban su poco interés por destacar y desarrollar completamente su potencial.
Ese momento, por ejemplo, estaba copiando la tarea que había robado de la mochila de alguien más.
No fue que no entendiera la asignatura, simplemente no se había molestado en leerla.
Acomodó las gafas sobre el puente de su nariz y siguió corrigiendo los errores de su compañero en sus propios apuntes.
Ignoró cuando alguien se dejó caer en la silla contigua.
Pudo ver de reojo como el recién llegado comenzaba a colocar sus alimentos con cuidado, y no hizo más que alejar las hojas para que el otro no las manchara con su comida.
Supo que el otro lo observaba cuando detuvo sus movimientos, pero no lo miró.
De hecho, casi olvidaba su presencia, cuando habló
- ¿Qué estás haciendo? – preguntó tomando una cuchara de postre para introducirla en su boca.
- Estoy copiando la tarea – murmuró.
- ¿La robaste? –
- Voy a devolverla – negó – todo está mal contestado –
- ¿Eres un genio o algo así? –
- Mjm –
- Ya veo – dijo con la boca llena - ¿quieres un poco? –
- No –
- Está rico –
- Estoy bien –
El desconocido tomó otro poco de su pastelillo para acercarlo a la boca de Jeno, quién aceptó desganado.
- ¿Y? –
- Está rico – asintió.
- Yo siempre tengo la razón – sentenció, apoyando su cabeza sobre el hombro ajeno.
Jeno lo miró de reojo y soltó un suspiro cansado.
Sí lo conocía.
Era uno de esos chicos bonitos que todo el mundo conocía, y por quien todos morían.
Nunca en su vida había hablado con él ni alguno de sus amigos, pero supuso que el joven estaba acostumbrado a recibir ciertas distinciones o tratos especiales como para pensar que podía sentirse tan cómodo con él y no esperar a que le dijera algo.
No lo hizo, después de todo.
Dejó que el muchacho se apoyara en su hombro tanto como quisiera, mientras terminaba uno de los postres que había llevado en su bandeja.
- Quiero ir de compras – susurró abatido.
- Okay –
- No puedo hacerlo –
- Eso debe ser un gran problema –
- Mi papá me quitó mi tarjeta de crédito porque me estrellé contra su auto la semana pasada – hizo un puchero – ahora no tengo auto, ni dinero –
No respondió.
Tomó otra hoja y comenzó a responder concentrado.
- Tal vez puedas llevarme, y yo memorizaré todo lo que quiero para ir cuando me la devuelva –
- No puedo –
- ¿Estás ocupado? –
- Muy ocupado – mintió.
- Bueno – comenzó a juntar sus pertenencias – gracias de todos modos –
¿Por qué?
- Ya me voy – besó su mejilla – te veré mañana –
Nuevamente, no dijo nada.
El joven tomó su bandeja y se puso de pie.
Dejó uno de los pastelillos junto a sus hojas y apretó su hombro como despedida.
Jeno terminó su tarea después de un rato y tomó su material para guardarlo en su mochila.
Observó el pastelillo por un rato antes de comenzar a comerlo.
No sabía si debía de confiar en que el postre no tenía alguna clase de droga o algo por el estilo pero, realmente no tenía nada que perder.
Que chico tan raro.
Así va la historia. Corta y al grano. Gracias por la espera ❤️
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Toxic
FanfictionA Jeno ya no le divertía nada su situación actual. El chico bonito al que había acompañado esa noche, bailaba sobre la mesa sensualmente. Todos los ojos brillaban sobre él, chicos y chicas se inclinaban en su dirección y extendían sus manos para tra...