Capítulo 09

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Ambos despertaron sintiendo como el corazón amenazaba por salir de su garganta.

No entendían absolutamente nada, pero sabían que se les estaba hablando a ellos.

- Pa... -

- Una mierda – gruñó el mayor – levántense, ahora mismo –

Ambos menores cumplieron la orden profundamente aturdidos.

- ¿Les parezco un idiota? –

No respondieron.

- ¿Esto les parece un maldito hotel? ¿Creen que pueden llegar en medio de la madrugada haciendo todo ese escándalo? –

- ¿Qué escándalo? – preguntó su hermano.

- Derribaron el árbol de la puerta, Sicheng. Ni siquiera se molestaron en levantarlo y la dejaron abierta –

- Podemos hacerlo ahora –

- ¿Y quién va a pagar la comida que se derritió cuando dejaron el congelador abierto? ¿tú? –

El chico negó temeroso.

- Un puto desastre – bramó – en este momento ambos van a limpiar toda esa mierda, y absolutamente toda la casa –

- No terminaremos nunca – se quejó Jeno.

- Ese no es mi asunto – espetó antes de salir de la habitación.

Ambos se miraron y comenzaron a reír por lo bajo.

- Te dije que era una mala idea – reclamó el menor.

- Tenías hambre, yo sólo te di de comer –

- ¿Crees que nos deje desayunar antes? –

- ¿Kun? Claro – rodó los ojos – ¿acaso no lo conoces? –

- ¿Les parece que tengo todo el día? – preguntó el mencionado, entrando nuevamente – muévanse –

Bueno, se habían divertido.

Al menos en las partes que recordaban.





- Podemos ir a ese restaurante que te gusta – dijo Doyoung sobre su hombro.

- No quiero hablar de eso ahora – respondió Jeno apoyando su frente en el asiento del copiloto.

- ¿Acaso pensaste que no habría ninguna consecuencia? – rió – si bebes así, tienes que asumirlas –

- Mierda – murmuró, comenzando a tomar grandes bocanadas de aire - ¿por qué papá tarda tanto? –

- No sé – se encogió de hombros – tal vez está dándole un sermón a tu tío –

- Pues que lo corte, maldita sea, estoy muriendo aquí –

- ¿Quieres un poco de agua? – ofreció pasándole una botella.

El menor tanteó la temperatura con sus manos y la colocó sobre su cuello y frente, haciendo reír a su papá.

- ¿Vas a decirme que nunca habías bebido tanto? –

- Nunca me habían prohibido desayunar –

- Pues Sicheng se veía bien –

- Sicheng está acostumbrado a que mi papá lo trate así – suspiró – probablemente estaba en la mierda. Solamente su orgullo no le permitió demostrarlo –

- ¿Qué sucedió? – preguntó mirando hacia afuera.

- ¿Qué...? –

- Entra – espetó Kun, abriendo la puerta para su hermano.

El menor entró desganado y se sentó de brazos cruzados junto a Jeno.

- ¿Sicheng? – llamó Doyoung.

- Tokki, ¿puedes venir a ayudarme con un par de cosas? –

El mencionado asintió y salió del auto.

- ¿Qué pasó? – susurró Jeno apenas se quedaron solos.

- Tu papá pasó – respondió con voz quebrada – entró a mi departamento y empezó a hurgar todo y, de la nada, decidió que no podía vivir solo –

- ¿Vas a irte con nosotros? –

- Que idiota – sorbió su nariz.

- Jeno – llamó su padre - ¿puedes abrir la cajuela? –

Aguantando su reflejo de náuseas, se acercó al tablero del auto para abrir el seguro, viendo de reojo como ambos cargaban con dificultad un par de maletas cada uno.

- Listo – canturreó Doyoung, entrando en el auto - ¿quieren ir a comer algo? – preguntó mirando a su cuñado.

El menor asintió con un puchero, recibiendo una sonrisa enternecida en respuesta.

- Estará bien – dijo alcanzando su mano para apretarla - ¿no es así, Kun? –

El mencionado asintió mirando hacia la ventana, notablemente molesto.

No podía decir nada más.





- Debiste verlo, amor – negó abatido – había solamente una lata de algo en la alacena, una cuchara, no había agua potable y Dios sabe cuándo fue la última vez que limpió el piso –

- Que asco – rió – hiciste lo correcto –

- Gracias por apoyarme – tomó su mano – no cualquiera lo habría aceptado –

- ¿Bromeas? Sicheng es como uno de mis hijos – sonrió – será bueno tenerlo en casa, para nosotros y para Jeno –

- Eso espero – dijo levantando la vista para observar a lo lejos.

Ambos menores se encontraban en la fila de ensaladas, tonteando y riendo por alguna estupidez como sólo ellos solían hacerlo.

Esperaba que, tal como lo decía su esposo, su pequeño hermanito pudiera ver que lo que hizo no había sido con afán de molestarlo, que él en serio creía que era lo correcto.

Esperaba que pudiera perdonarlo.

ToxicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora