Capítulo 18

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Ya era suficiente.

No era natural para un joven de su edad, que tenía una buena relación con su familia y amigos, estar encerrado en su habitación cuando todos estaban conviviendo en la sala de estar.

Resignado a continuar con su vida, se levantó para tomar una ducha rápida y arreglarse un poco con el afán de mejorar su ánimo.

Lo haría de poco a poco.

Superar algo que no pasó no debería ser una tarea tan complicada como lo estaba resultando hasta ahora, y no lo sería si él no lo permitía.

Sería muchísimo más sencillo si no tuviera que lidiar con el mejor amigo del responsable de sus dolores merodeando por su casa, pero su tío se veía tan feliz, y el japonés tan sincero.

Nunca había confiado en él, pero ahora era pura transparencia, no podía ni quería ocultar nada, por lo que no se sentía con el derecho de querer arruinarlos.

Se miró al espejo y suspiró pesado.

Al menos todavía era guapo.

Bajó las escaleras y siguió las voces que lo llevaron a la cocina, encontrando a todos experimentando con alguna clase de receta.

- Hola – saludó en general.

Sus padres lo miraron entre felices y extrañados.

- Hasta que te levantas – medio regañó Kun - ¿vas a ayudarnos con las galletas? –

- ¿Qué necesitan? –

- Vamos a decorarlas – explicó Yuta – salieron muchas más de las que pensábamos así que vamos a ir a donarlas a algún hospital –

- Suena bien – murmuró sentándose junto a ellos - ¿me pasan una manga? –

- ¿Qué color? –

- Rosado – sonrió – tengo algunas ideas –

- No te pongas muy romántico – bromeó Doyoung – recuerda que es para cualquier persona –

Ignorando totalmente la advertencia de su papá, se dispuso a decorar con cuidado y empeño cada una de las galletas que tomaba.

Había dibujado corazones, nubes, estrellas, un montón de bonitos bocetos que reflejaban a la perfección lo que sentía.

Entre el murmullo de los presentes, se permitió reflexionar en silencio.

Se dio cuenta de muchas cosas.

La primera era que, si ponía atención a sus sentimientos, no se sentía realmente triste.

Le costaba mucho aceptar que había perdido a alguien que nunca había llegado a querer completamente, pero si ponía las cosas en perspectiva, habría sido mucho peor no haber atravesado la experiencia en absoluto.

Ese era un punto a favor.

Luego estaba el hecho de que había aprendido cosas nuevas sobre él mismo.

Experimentar el amor, correspondido, no correspondido y por obligación, le había hecho saber que en realidad él sí era el tipo de personas que lo daban todo, y que hacía cosas de las que no se pensaba capaz solamente para complacer a alguien más.

Le emocionaba la idea de conocer personas nuevas y experimentar esa clase de amor, en un nivel mucho más saludable, por supuesto.

Y por último, se sentía satisfecho.

De no haber coincidido con Taeyong como lo había hecho, muchas cosas no habrían sucedido.

Nunca se habría dado cuenta de que su amor por Jaemin no era tan intenso como pensaba, más bien convencional.

Nana nunca se habría dado la oportunidad con Donghyuck que, por lo que le había contado sobre él, era el novio que siempre había soñado tener y que había llegado a pensar que no existía.

Sicheng no habría conocido a Yuta y no sería tan feliz como lo era ahora.

Y él nunca habría experimentado emociones tan fuertes en su vida.

Estaba comenzando a sentirse más feliz y positivo sobre su situación actual.

Ahora sentía que podía superarlo sin ningún problema, y tenía muchas más ganas de seguir con su vida.

Decorar galletas había resultado terapéutico.

Sonriente, se levantó de su lugar, atrayendo las miradas curiosas de todos los presentes.

- ¿A dónde vas? – preguntó su tío.

- Iré a cambiarme – respondió animado – pa, ¿me empacas algunas de las galletas? –

- Te daré las tuyas – rodó los ojos – parecen regalo de San Valentín –

- Bien – asintió – volveré más tarde –

- ¿Vas a salir? – preguntó esta vez Kun.

- Iré donde Taeyong –

Yuta se levantó de su lugar inmediatamente y se posó frente a él.

Sicheng jaló la manga de su camisa discretamente y se levantó también para colocarse de tras de él, solo por si acaso.

- Ten cuidado – advirtió por lo bajo.

- No te preocupes – dijo tranquilo – terminaré esto y lo haré bien –

El japonés asintió poco convencido, recordando rápidamente que no estaba en el lugar adecuado para hacer una escena, y retrocedió sonriente.

- Suerte –

- Gracias –

- Si haces algo... -

- Ya sé – aseguró caminando a la puerta – pa, las galletas... -

- En eso estoy – respondió Doyoung demasiado aturdido para lograr procesar todo lo que acababa de pasar.

- Bien –

Bien.

Todo saldría bien.

Ojalá todos tuviéramos a un Yuta que nos protege de los estúpidos.

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