Gilbert.
El día de la tierra es una celebración instaurada ya desde hace varios años en distintos países, cuyo propósito es generar una consciencia colectiva sobre aquellas preocupaciones ambientales que, todos nosotros como habitantes de la tierra, deberíamos aplicar en nuestro día a día.
Siendo honesto, desde pequeño, papá decía que me preocupaba más por el medio ambiente que cualquier adulto promedio —teniendo solo diez años o menos—.
Me gustaba ser partícipe de las actividades ecologistas que Miss Stacy creaba y a su vez, invitaba al resto del pueblo para hacer parte de ellas.
Aún tenía guardada en casa las fotografías que me tomaron plantando mi primer árbol cuando solo tenía ocho años.
En una de ellas salgo con una enorme sonrisa y un visible hueco donde debía estar un diente de leche que se me había caído el día anterior.
En resumidas cuentas, mi amor por la madre tierra era gigantesco.
—No entiendo porque la doctora Oak se enojó ante mi sugerencia.— comenta Andrew, revolviendo con enfado sus huevos revueltos.
A su lado, sentado en la mesa de la cafetería, Ronald frunce el ceño.— ¿Lo dices en serio?
El joven Dawson voltea a verme, en búsqueda de apoyo.— Vamos Blythe, tú estás de mi lado, ¿no?
Imite el ceño fruncido del ojiazul.— Claro que no. No podemos plantar matas de cannabis en lugar de árboles, Andrew. Estás loco.
—¿Por qué no? Es una planta medicinal, lo estaríamos haciendo por una buena causa. Somos estudiantes de medicina, eso no tiene nada de raro.
—Ajá, como si tú quisieras esa planta para usos medicinales.— dije, bebiendo de mi taza de café.
—No es justo, arbusto.— expresó, haciendo uso de la icónica línea de Sarah Lynn de la serie Bojack Horseman.
Antes de que alguno pueda replicarle, la doctora Oak se acerca a nosotros, posando una de sus manos sobre mi hombro.
—Buen día, muchachos.
—Buen día, doctora Oak.— respondemos por inercia, como soldados.
—Espero verlos en la jornada de Happy Green Tree que se realizará en horas de la tarde.
Los tres asentimos, dándole nuestras mejores caras, o lo mejor que se podía al no haber dormido en toda la noche por estudiar para exámenes finales.
—Y sin plantas de cannabis.— advirtió, apuntando al joven bronceado.
Nos reímos junto a ella hasta que su figura se encaminó a la mesa.
Le di un sorbo a mi café.— Ya sabes lo que dicen, soldado advertido no muere en guerra.
—Muy gracioso.
Después del desayuno, cada uno se dirigió a sus clases correspondientes. Tuve que presentar un examen en eso de las ocho, luego tuve una exposición de una hora, para finalizar con un taller práctico de conceptos biológicos.
Pude tomarme un respiro para ir al baño apenas sonó la campana de mi última clase.
Mala idea tomarme tres tazas de café en la mañana.
Lo único bueno de tener tanta cafeína en mi sistema fue que alcancé a llegar al baño de hombres antes de tener un accidente. Salí de allí con una sensación de alivio, dispuesto a encontrarme con mis compañeros para el almuerzo.
Hasta que el tono predeterminado de llamada que le tengo asignado a Anne sonó.
La emoción que se albergó en mi cuerpo terminó ganándome, ocasionando que, al sacar mi celular de mi bolsillo, terminase haciendo mil y un malabares con él, por poco cayendo de cara.
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Colors[2] | Shirbert.
RomanceSegunda parte de la bilogía "Letters". Anne y Gilbert deberán enfrentarse a una relación a distancia cuando el joven Blythe se muda a Toronto a estudiar medicina. Al darse cuenta que su novio es el único que le ha dado escritos románticos, la joven...