Rosado

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Anne.

Me dolía el alma.

No me dolía como tal el corazón, ya que si bien sentía una gran opresión en el pecho, que me dificultaba respirar, cada órgano —incluido el— seguían funcionando a la perfección.

Ahora pensar en términos biológicos relacionados al cuerpo humano me recordaban a Gilbert.

Y lo mucho que me odiaba por haberle roto el corazón.

Habían pasado solo un par de días. La graduación sería pronto, por lo cual, no importaba cuantos mensajes de voz, audios o llamadas me hiciera, las ignoraba todas.

Eso incluía las de Minerva y Moody, porque sabía que él estaría detrás de ellas.

Excepto que esa tarde, cuando me hundía en el pozo de la desesperación, fue una videollamada por parte de Roy, la que terminé contestando.

Mis ojos casi se salen de sus cuencas.— ¿Minerva?

Su rostro de porcelana me devolvió una mirada amigable, comprensiva.— Voy a fingir que no estoy indignada porque llevas una semana ignorando mis mensajes y llamadas.

Mis cinco sentidos se despertaron al notar que estaba en la residencia del joven de ojos verdes.— ¿Cómo es que estás en Charlottetown?

—¿Tú cómo crees?— intervino Royal, apareciendo junto a ella.

Entonces mi mayor miedo se hizo presente.

—Viajó con ustedes, ¿verdad?

Los dos me miraron como si fuese una tonta.

—El amor de su vida le terminó por llamada. ¿En serio crees que iba a quedarse de brazos cruzados y olvidarlo?

Agache la mirada, avergonzada.

—Anne, no puedes evitarlo para siempre.— dijo Minerva, al otro lado de la pantalla.

Sabía que tenía razón, sin embargo, no podía echarme para atrás luego de la llamada que había tenido con Gilbert.

Sí que puedes, sí que puedes expresaron mis mariposas estomacales una tras otras, mareándome.

—Las relaciones a distancia terminan separando a las personas con mucha más facilidad. No quiero que nos dañemos de esa forma, no podría soportarlo.— murmuré, tratando de retener las lágrimas que empezaron a acumularse dentro de mí.— Y ahora que esta oportunidad tan increíble me ha llegado, no quiero rechazarla.

—Gilbert jamás te pediría que renuncies a eso por él.— espeta Min, viéndome con severidad. A su lado, Roy asiente, estando de acuerdo.

Lo sabía. Pero también sabía que haría hasta lo imposible por no rompernos el uno al otro. Renunciaría a todo con tal de estar juntos. O lo más juntos que podíamos estar, viviendo en diferentes estados.

—Excepto que Blythe no tiene que hacerlo. Por eso terminaste con él, porque sabes que no aceptarás la beca en Irlanda si siguen juntos.— intervino Roy, como si a través de sus ojos pudiese leer mi mente sin siquiera incomodarse por ello.

Asentí, culpable.

Las relaciones a distancia ya eran complejas de por sí, estando en el mismo país. No tenía que imaginarme cómo serían conmigo estudiando al otro lado del mapa.

La distancia podría ser el doble de insoportable. De seguro con el paso de los meses empezaríamos a pelear porque el uno no tenía tiempo para el otro.

Motivos, tras motivos, cada uno más cargado de negativismo que el anterior, el dolor en mi alma solo aumentó. Ya no quedaba ninguna mariposa en mi estómago que pudiese revolotear por dentro.

Colors[2] | Shirbert.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora