23 - Otͭrͬoⷪ pᷮuͧnᷡtͭoⷪ dͩeͤ vͮiͥsᷤtͭaⷶ

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Cuando volvió a abrir los ojos, sus manos eran tan largas como las de Slenderman, sus dedos se habían teñido de color negro y su cuerpo colgaba a medias de la camilla diseñada para una persona normal.

Le dolía el cuerpo y su mirada se sentía perdida, pero agudizada de cierta forma aterradora, mientras su cabello caía como una cascada tras su cintura.

En el momento en el que se sentó terminó por horrorizarse al ver su cuerpo deformado.
Parecía que de un momento a otro su carne se había estirado y sus huesos se habían roto para volver a juntarse y formar su nuevo esqueleto, su nueva imágen.

Recordó angustiada lo que Slenderman le había dicho y toco sus labios pensando nuevamente en el beso, se cubrió la boca con asco y comenzó a llorar.
Parecía que cada vez que avanzaba, Slenderman volvía y hacía algo que la afectaba directa e indirectamente. 

Solo una risa ahogada y apretó las sábanas con los dedos, desesperada por librarse de los ahora mil pensamientos que surcaban su cabeza.

Grito exasperada, sujetando su cabello con fuerza y mirando a un punto muerto en la habitación, su tristeza y la morbosa felicidad que sentía se transformaron en ira pura, llevandola a tomar el jarrón con flores que había en la mesilla para luego tirarlo contra la pared, rompiendo en mil pedazos la porcelana y regando el agua por el suelo junto con las destrozadas flores. 

Algo en eso le recordaba a ella.

Y se comparó a si misma con el jarrón que acababa de romper ¿Era ella la porcelana? tan delicada como decía Slenderman ¿O era el agua? Impredecible como la describía Erick ¿Quizás incluso era las flores? Tan bella y cautivadora como le decía Jhon.

No lo sabía y realmente prefería no saberlo, pues ni ella misma sabía bien quién era en ese momento.

Eventualmente la dejarón irse del hospital, no había más que hacer y nadie sabía como arreglar lo que le había pasado.

No tenía solución.

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¿Segura de que quieres hacerlo? — Preguntó de nuevo Erick mientras la miraba, caminando a paso rápido mientras la seguía.

— Necesito verlo — Respondió amargamente con la mirada fija en su destino.

Nunca le había aterrado ir a la morgue hasta ese día, todo el tiempo llevaban cadaveres a la facultad para hacer autopsias y practicar; ver un cuerpo nunca la había asustado.

Pero cuando Erick le abrió la puerta de la habitación en la que estaba, para darle la oportunidad de despedirse, Musoke hizo algo de lo que, bajo su propia moral, nunca se perdonaría. Dudó.

Desde la entrada podía ver el cadáver cubierto con mantas blancas, podía ver la silueta irregular de su cuerpo y aquello hizo crecer la fractura que había quedado en su alma.

Erick se quedo en la puerta y Musoke avanzó lentamente hacía la camilla.

No sabía que había esperado cuando levantó la sabana blanca que le cubría la cara, pero se encontró con el confort de que no se veía como la ultima vez.

Se alejó un segundo para verlo, ahí frente a ella, Toby estaba impecable, radiante podría haberlo dicho.

Estaba muerto.

𝕌𝕤𝕥𝕖𝕕𝕖𝕤 𝕝𝕠𝕤 𝕞𝕖𝕟𝕥𝕚𝕣𝕠𝕤𝕠𝕤 { Slenderman }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora