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Al día siguente.

- Raptorcito.

- Que no.

- Ya pooooo.

- No.

- Por faaaaa.

- No.

- Pliiiissssss.

- Que no y mil veces no, Sparta, no me voy a subir a la montaña rusa.

- ¿Por qué no?

- La última vez que me subí, me mareé.

- Pero que aguafiestas tío.

- Meh.

- Ya poooooo.

- Que no.

- Hostias, y que pensás hacer mientras que yo me subo.

- Descansar un ratito.

- ¿Ya te cansaste?

- Pues sí, nos vinimos corriendo desde la casa hasta aquí, ya que tu no quisiste tomar el bus ni siquiera quisiste que manejará hasta aquí en el auto.

- Pero si el trayecto es corto.

- Es al otro lado de la ciudad.

- Y que.

- Agh, solo sube al juego y luego vamos a los otros, que ya pareces niño chico.- Dijo para después revolverle el pelo.

- Okay this.

Sparta se subió a la montaña rusa, mientras que Raptor lo veía desde una banca.

Todos en la montaña rusa gritaban, incluido el Sparta. Gritaban por lo rápido que iba.

Raptor aprovecho para comprar algodón de azúcar, uno para él y otro para Sparta.

Cuando Sparta bajo del juego estaba todo mareado, así que Raptor tuvo que sujetarlo para que no se cayera.

- Te dije que era mala idea.

- Pero fue divertido.

- Ten tu algodón de azúcar.

- Ñami, gracias, Raptor.

- De nada, cerdito.

- Te amu.

- Sí, sí, solo por comprarte comida.

- Sí, y por venir conmigo.

- Para la próxima venimos en auto.

- Okey, flojo.

- Pero, es por lógica que uno no quiere correr a través de toda la ciudad para venir a un parque de diversiones.

- Meh.

- De quien me he enamorado.

- De un uke que cuando jugamos te fascina.

- Cierto, y me fascina un montón.

- Te subes a un juego, al que yo quiera y en la casa "jugamos".

- Está bien, por esa oferta no me quejo.

- Solo que Mike ya no interrumpa.

- Si lo llega a hacer que se de por muerto.

- Jajaja, ya te imagine, que cuando Mike llamé a la mitad de eso, tu te aparezcas mágicamente atrás de él con un cuchillo.

- Jajajaja, ¿Te imaginas que de verdad pase?

- No, ahí me muero.

- ¿Nos volvemos al la casa?

- Noup, dijiste que te subirías a los juegos que quiera y lo vas a cumplir.

- Era solo un juego, Sparta.

- Ya sé, no nací ayer.

- Claro que no naciste ayer, si no no te pudiera dar como a ti te gusta.

- Raptor, ctm, ya callate.

- Okey.

Los chicos estaban tranquilamente volviendo a casa en el auto bus.

Al llegar a casa, Sparta vio que la vecina los estaba esperando en la entrada.

- Hola vecina, ¿En que le podemos ayudar?

- Hola, ¿No ha visto usted a mi ave?

- No señorita, lo sentimos.- Dijo Raptor, antes de que su novio hablara festejando de que el ave se había ido.

- Si la llegará a ver, ¿Me lo podría decir?

- Claro que sí, señorita.

- Muchas gracias, yo me voy.

- Adiós.

- Adiós.

Los chicos iban entrando a la casa y Sparta dice:

- Yo no le diré nada si la veo.

- Tranquilo, ¿Cuánta posibilidad hay que nosotros encontremos al ave?

- Bastante.

- Es muy poca, tranquilizate, cerdito.

- Si me la pillo, hoy comemos sopa de ave.

- Por favor no la encuentres.

- Eso sería suerte para el ave.

- Oye, hay algo mejor que comer sopa de ave.

- ¿Así? ¿Cómo que?

- No te hagas, ¿Qué me prometiste en el parque de diversiones?

- Me prometiste leche.

- Pues, las promesas se cumplen ¿No?

- Así es.

- Pero antes a silenciar el cel antes de que llamen los hijos de su putísima madre. - Dijo mientras los dos entraban a la casa.

- Sí, eso sería lo mejor.

- Oye, Spartita.

- ¿Si?

- ¿Me das un beshito?

- Claro.- Le da un beso corto.

- Que corto.

- Tendrás más después, no te quejes.

- Más te vale, porque si no, olvidate de caminar en un mes.

- Tranquilo.


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