|| Ojos sin luna || [OBIKAKA]

12: El primer día del resto de mi vida

¡Hola, expósitos! Quería agradecer la subida repentina de visitas que estamos teniendo y en especial a: Maria_Julia_Suarez, Kim_mazariegos18, JohannaFlores162 y a lola1h9 que nos votan y nos añaden a sus listas. No sabéis lo que son esas cosas. Os animamos a dejarnos comentarios para hacernos ya la felicidad completa. Os dejamos un besiBobito para que os animéis:

Ahora, al lío.

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Las imágenes se sucedían fugazmente, cómo recuerdos lejanos que parecen retazos de un sueño. Estábamos él y yo, con sólo aquel páramo a nuestro alrededor, sin nadie más. Veía su rostro cubierto por aquella máscara que, a pasar de no dejar ver toda su cara, reflejaba una sonrisa a través de ella. Podía observar el contorno de sus labios, mi mirada se desviaba hacia ellos sin que yo me esforzase mucho por impedirlo, es entonces cuando nuestros ojos se oponían y nuestras bocas se acercaban, pero siempre acababa igual, nunca llegaban a tocarse, la siguiente imagen era la de Kakashi y Rin arrodillados junto a mí, tristes y desalentados, con el ninja del pelo plateado intentando mover aquella roca que me aprisionaba.

Todo ello se intercalaba en ocasiones con un fondo negro, en el cuál me encontraba en el centro, cómo flotando en un mar de melancolía y nostalgia, cuyo único acompañamiento era la voz de Rin, quién parecía llamarme. En ocasiones sólo me hablaba de nosotros, de nuestro tiempo en la academia, de las misiones o del entrenamiento con Minato-sensei. A veces también parecía oír la voz de Minato junto con otras voces que o bien no conseguía identificar o pertenecían a personas a las que nunca había conocido.

Kakashi, Kakashi, Kakashi... cada día se repetía el mismo bucle, o al menos yo lo identificaba cómo un nuevo día, pues mi cerebro había perdido completamente la noción del tiempo, mi vida ahora se componía únicamente de recuerdos. Puede que estuviera muerto, que la muerte fuera una sucesión de imágenes en las que repasas tu vida una y otra vez.

Un pitido resonaba por toda la sala, procedía de una curiosa máquina dónde figuraban una serie de números y gráficos. Estaba tumbado, una mujer se situaba frente a mí de espaldas, revisando una serie de papeles. Apenas podía voltear la cabeza, parecía estar cubierto de vendas y notaba todo mi cuerpo adormilado, cómo si todavía no fuera completamente capaz de controlarlo por mí mismo. Parecía una sala de hospital.

- ¿Quié...quién es usted, ¿dónde estoy?.

La mujer se giró rápidamente y dejó caer los papeles al suelo.

- Oh dios mío, estás despierto. – Salió corriendo rápidamente hacia el pasillo, para volver al minuto con un hombre vestido con indumentaria médica.

Los siguientes diez minutos transcurrieron cómo horas. Los médicos se dedicaron a analizar todo mi cuerpo, a comprobar mis constantes mientras me introducían un extraño líquido a través de un suero. Uno de los médicos se acercó más a mi cama e inclinó su cabeza hacia mí: