4: La cena II

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En este capítulo no hay simbolicos ººº porque solo hay un POV, ustedes ya nos entienden uwu

Agradecemos mil a las personas que nos votaron, tienen una parte de nuestro corazoncito (*.*) pero, ¿Y si nos dejáis unos comentarios?

¡Disfruten y mil besos!

**

A pesar de que la vieja granja era en apariencia austera desde el exterior, poco tenía que ver con la parte interior de la morada. Una vez cruzada la entrada Kakashi me acompañó hasta el salón. La estancia, pese ser bastante minimalista en su decoración, tenía un toque elegante que sólo podía haberle dado una persona con buen gusto. Varios kunais y katanas adornaban las paredes. En el centro se disponía una mesa de madera, ya preparada para recibir a los comensales, acompañada por dos cojines grandes color beige; Al fondo un pequeño cuadro pintado a mano representando los cerezos en flor completaba la imagen que conformaba el salón.

Hice un recorrido por todo el habitáculo, sin duda rebosaba distinción. Kakashi, aún en la puerta del salón, se encontraba parado y pensativo. Me limité a quedarme quieto en una esquina con la cabeza mirando el suelo. Mi corazón aún seguía latiendo con fuerza porque todo aquello había sido algo inesperado para mí. No sabía muy bien qué decir, tenía miedo de que un comentario inoportuno hiciera replantearse a aquel apático ninja si era buena idea haberme invitado. Después de todo, seguíamos siendo rivales.

Tras un par de minutos que trascurrieron cómo horas para mí, Kakashi volvió a la cocina, que daba justo al frente.

- Puedes sentarte. – Fueron las palabras que me pareció entender; tras ello se giró y me señaló el tatami, confirmando lo que creía haber oído. Tomé asiento.

Aquello no se parecía en nada a la antigua casa de la abuela, todo tenía un aire regio, cómo dispuesto para recibir a un señor feudal. Kakashi volvió de nuevo, con él traía dos enormes platos humeantes, que, una vez colocados sobre la mesa me dejaron ver aquella misteriosa comida. En verdad, tenía pinta de ser un gran manjar; el que hubiera convertido el pescado en varias bolas perfectamente redondas hacían que todo ello, adornado con una salsa que emanaba un increíble aroma, fuera algo bastante meritorio para mí.

Me es muy difícil describir aquella sensación: Los nervios de un principio se habían convertido sin saber yo cómo en sorpresa y alegría. Esperé impaciente a que Kakashi se acomodase en su sitio para empezar a degustar aquella exquisitez:

-¡Está de muerte! ¿Has sacado todas las recetas de ese libro de cocina? – Le pregunté, haciendo un gesto para señalar aquel gran libro que tenía en la cocina:

- Más que nada, sí.

- ¿Y le has metido alguna especia secreta? -. El color y la textura del esférico alimento llamaban mi atención. Era de lo mejor que había probado hasta ese momento. No era difícil imaginar que un ninja con su ingenio y habilidad pudiera tener además talento para la cocina. Buscaba la manera de agradecérselo, de hacerle saber que estaba impresionado ante su capacidad:

-No. He seguido las instrucciones del libro. Así me aseguro de que saldrán bien.- Me acerqué a él, quizá demasiado. No podía creer que aquel sabor fuera únicamente debido a un listado de ingredientes dispuesto de manera ordenada en un maldito libro:

- ¿Tú crees? – Por su tono de voz pensé si aquella frase anterior había podido llegar a ser demasiado inoportuna. Lo último que quería era que aquel chico se sintiera mal, después de todo, se había pasado un buen rato en la cocina y me había hecho una sabrosa cena:

- Bueno... Sí... Pero... Tus cosas estas, lo que has cocinado, está muy bueno. ¿Qué harás cuando se te acabe el libro? – En ese instante, Kakashi pareció quebrarse delicadamente, al igual que brota una ligera brecha en un jarrón, anunciando su inminente rotura. Eso no hacía más que avivar mi interés, quería saber el porqué de aquella postura, de aquella expresión. Realmente me estaba empezando a fascinar. Tardó un rato en contestar:

-No lo había pensado.- Era raro que alguien como él, quién siempre tenía todo perfectamente medido, no hubiera reparado en esa situación. Algo en mí me decía que estaba intentando evitar el tema. Con su talento culinario no podía limitarse a seguir una serie de instrucciones en un libro:

-No puede ser. Quizá deberías tener más y probar más cosas. Ni siquiera mi abuela cocina así. – Aunque fuera una nimiedad, quise sincerarme con él, hacerle ver de alguna manera lo asombroso que era - Pero no se lo digas a ella. Tampoco me ha enseñado nunca a cocinar cosas tan increíbles como haces tú.-

Empezaba a notar un calor que me recorría la espalda, por lo que me quité la chaqueta:

-Yo no he aprendido solo. No es mérito mío. Mi padre me enseñó a hacerlo. Además el libro no tiene pérdida ninguna. Todo lo que sé me lo enseñó él.- Parecía estar cansado de aquella conversación, pero necesitaba que me contara más cosas, quería saber todo lo posible de él.

Recordé el día del entrenamiento, caí en la cuenta de que nadie podía haber aprendido a manejar armas de larga distancia a esa edad de una manera tan asombrosa, sin ayuda:

- Como con los shurikens, ¿No? – Asintió. Me hizo recordar mi bochornosa actuación. Sólo de pensarlo me hacía sentir avergonzado. - ¡Qué envidia! ¡Debió ser increíble! Mi abuela nunca ha podido hacer algo así por mí. El año pasado me regaló un juego completo de shurikens pero...

- No los ha usado mucho.-

A pesar de que en mi interior reconocía mi nulidad con las armas arrojadizas, aquella frase me hizo sentir abochornado:

- Sí... Es verdad.-

Coloqué mi mano sobre la mesa intentando justificar mi torpeza a la anatomía de mi propio cuerpo:

- Es como si se me escaparan de las manos. ¿No crees que las tengo muy grandes? Es como si no tuviera ni manos ni madera de ninja.- Las manos de Kakashi eran delicadas, estaban muy cuidadas:

Sus manos eran bellas, y sus dedos finos y largos, se apoyaban con sutilidad sobre la madera. Sentí el impulso de tocarlas, de notar si eran tan suaves cómo aparentaban. Arrimé mi mano a la suya.

Noté una extraña sensación, de pronto, esa escena me hizo sentir ridículo. Estaba confundido, los nervios y el miedo se apoderaron de mí y de repente me hicieron saltar. Intenté, con la actitud propia de un crío, disimularlo.

De pronto la necesidad de escapar de aquel lugar fue cobrando fuerza:

- ¡Lo siento! ¡Pero ya es muy de noche! ¡Mi abuela me matará como no llegue pronto al distrito! – En realidad, a esa hora, la abuela estaría completamente dormida con uno de sus libros sobre antiguas leyendas shinobi apoyado sobre su pecho. Tomé de nuevo la chaqueta como una forma de confirmar que ya me marchaba de aquel salón, que se ponía fin a aquella incómoda situación. Me acerqué apresuradamente hacia la puerta.

Me había sentido increíblemente cómodo hasta ese momento, en el fondo, no podía esperar a encontrarme de nuevo con él:

-Vuelve pronto a clase, Kakashi. Si no, no podrás ver el resultado de mi entrenamiento.- Dije mientras me alejaba de la granja hacia el bosque, de vuelta a casa. Estaba aliviado, pero con una sensación inquieta y a la vez agradable en mi corazón.

|| Ojos sin luna || [OBIKAKA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora