15: Una visita íntima

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¡Buenaaaaaaaaaaaas! ¡Estoy super contenta porque hemos subido un montón y ays!

Quería agradecer a: Diluc_otako, Jans UwU, Yuuki_Tsukino02 por sus preciosas estrellitas y seguir leyendo. Y, por supuesto también a Daisy_in_lazy_eyes por esos maravillosos comentarios... No sabes lo que me reí leyéndolos, me hacía una ilusión enorme cada vez que veía las notificaciones en Wattpad, casi me muero con aquello de "Permiso concedido, estoy llorando". Te/os aconsejo que no guardéis los pañuelos porque se vienen tiempos difíciles.

No me demoro más, solo deciros que cada día os quiero más por el apoyo que dais a este Obikaka, ojalá llegar pronto al 1K *-* [Comentarios, plss, aunque sean chiquititos]

Ahora, ¡Al lío! 

**

En el exterior se escuchaba un fuerte ajetreo. El primer día de cada mes se montaba un gran mercadillo en el distrito Uchiha, vendedores de toda Konoha colocaban sus puestos de mercancías a lo largo de toda la calle: comida, herramientas ninjas, joyería... La calle se llenaba de gente y el barrio parecía rebosar más vida que en cualquier otro momento. Yo observaba desde la ventana, no tenía ningunas ganas de rodearme de personas que no harían más que juzgarme, además, gran parte de ellos serían viejos conocidos de mi abuela y quería seguir evitando todo lo posible el tener que intercambiar palabras con idiotas a los que en el fondo no les importaba nada lo que nos hubiera pasado a ella o a mí.

Alguien empezó a golpear la puerta, en ese momento no tenía ganas de hablar con nadie pero sí tenía cierto interés en saber si alguna persona tenía a bien fingir ese día que se preocupaba por mí. Me vino a la cabeza el ninja enmascarado. El nunca sería tan valiente cómo para presentarse en mi puerta y arrodillarse para pedir disculpas, eso era lo mínimo que esperaba que hiciera al verme para que le pudiera perdonar.

Otra vez volvieron a aporrear la puerta:

- Obito, ¿estás ahí?, soy yo, Anko. Te traigo fruta y he pensado que a lo mejor te gustaría estar acompañado un rato.

Anko, Todavía no estaba claro para mí el objetivo de su continua insistencia. Aquella konoichi y yo apenas habíamos entablado conversación en el pasado y salvo un par de veces nunca habíamos llegado a estar solos cara a cara, hasta ese momento. La verdad es que la vieja despensa de la abuela estaba vacía y aquella mañana Kushina todavía no había llegado cómo de costumbre con su típica bolsa en la que siempre traía algo para que pudiera comer las próximas horas, por lo que no me quedaría más remedio que dejarla pasar.

Me levanté de la aparatosa silla que aún seguía utilizando y tomé las muletas que estaban apoyadas sobre la mesa más próxima a mí. Me acerqué no sin dificultad a abrir la puerta:

- Hay que ver chico, llevo media hora esperando, ya pensaba que te habías ido corriendo al oírme. – Anko soltó una pequeña risita pero enseguida la acalló, cómo dándose cuenta de que ese chiste estaba bastante fuera de lugar teniendo viendo mi actual condición física. Llevaba una chaqueta color crema y el pelo recogido hacia atrás, tampoco traía su bandana de la villa.

- Hola, Anko. – Le dije en un tono bastante neutro.

- Vaya ánimos que llevas. Mira, te he traído melones, manzanas y melocotones. – Abrió una de las bolsas que llevaba y me la enseñó, queriendo hacerme ver todo el repertorio de frutas que se había molestado en comprarme. – Puedes comerte alguna ahora, si es que no se han estropeado mientras te esperaba. – Volvió a reír, esta vez más sonoramente.

La ninja de ojos marrones apoyó la bolsa sobre la mesa de la cocina y se sentó en la mitad del sofá, sin esperar a que yo la invitase o la diera permiso para apoyar su redondo trasero en mi sitio habitual.

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