II

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El inicio de semana había llegado, trayendo consigo un dolor tan amargo y crudo que a Naruto le fue imposible asumir lo que había sucedido. Y es que ese lunes se cumplían tan solo dos semanas desde la muerte de sus padres. Todo era tan reciente, y al mismo tiempo tan lejano...

-Por favor come- susurró Tsunade a su lado. Había tres lugares puestos en la mesa, pero Jiraiya se había ausentado esa mañana para llevar sus recientes escritos a la editorial que se encargaba de imprimir sus novelas.

Naruto vaciló con el tenedor. Quería comer, pero su estómago no soportaba el alimento. Era como si su apetito se hubiera esfumado, al igual que su sonrisa. Al igual que ellos...

-Naruto- Tsunade iba increpar cuando llamaron a la puerta. Dirigió una futil mirada al rubio antes de ir a abrir. -Sakura.

-Buenos días.

Una jóven de cabello teñido y ojos jade respondió al llamado con una amplia sonrisa. Llevaba bajo el brazo un par de libros de medicina que la Senju le había recomendado para iniciar sus clases. A Sakura le gustaba pasar las tardes con la retirada médico, pero, debido a las vacaciones, se había ausentado unas semanas de la ciudad junto a sus padres. Recientemente había llegado, y lo primero que tuvo en mente fue retomar los cursos.

-Adelante- Tsunade se hizo a un lado para dejarla pasar. Veía en Sakura a una estudiante inteligente, tenaz y centrada. Una chica que prefería los libros de medicina a las actuales revistas de moda. Y entonces un inusual pensamiento la hizo virar el rostro hacia el comedor para, de nueva cuenta, mirar a su joven alumna. -Sakura, ¿Ya te has decidido a que insitituto asistirás?

Alisandose los pliegues de la falda, Sakura Haruno agudizó la mirada y se mostró meditabunda por algunos instantes. Ciertamente no había pensado en ello.

-Pues...supongo que tendría que ver mis opciones- meditó. -No quiero elegir al azar.

Tsunade asintió despacio y la tomó del brazo.

-Quiero presentarte a mi nieto, él tambien se inscribirá- Sakura tropezó cuando Tsunade la soltó de pronto para escudriñar al chico que yacía cabizbajo. Varios mechones rubios cubrían sus ojos, sin embargo sus mejillas humedas evidenciaban lo obvio...había estado llorando. -Naruto- la rubia se retractó casi de inmediato de haber atendido la puerta en lugar de dialogar con su nieto. Era lógico percatarse de que Naruto estaba triste y ensimismado todo el tiempo. Comía muy poco, y apenas salía de la casa. Había sido un evento demasiado tragico que tanto ella como Jiraiya trataban de sobrellevar, aunque en el fondo se sentían tan devastados como Naruto.

No obstante, ellos debían mostrarse fuertes frente a él, tenían que ser el pilar de su nieto de ahora en adelante. Y por lo tanto, habían pactado no llorar estando Naruto presente.

Cuan complicado era todo, y que injusta era la muerte. Minato y Kushina habían sido un ejemplo a seguir, siempre luchando, siempre esforzandose por cuidar a su pequeño y darle lo mejor. ¿Y al final de que había servido?

Sumida en el estupor, Sakura observó la faz del joven cuando este levantó de a poco la mirada.

"Es bellisimo" fue lo primero que pensó al reparar en sus apagados ojos celestes. No era común en esa región de Osaka ver a jovenes rubios y con ojos azules además. Para Sakura era como contemplar a un adonis de las obras renacentistas que solía mirar en los museos.

Se vio forzada a apartar la mirada al notar que Naruto también la observaba a ella detenidamente, como si estuviera analizandola.

-Naruto, ella es Sakura Haruno- carraspeó Tsunade, a la espera de una respuesta concreta y no las usuales evasivas de su nieto. -Mi aprendiz- añadió con un deje de seriedad que hizo reaccionar a Naruto al cabo de unos segundos.

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