Epílogo.

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Caminaban uno al lado del otro, en completo silencio y rozandose los dedos ocasionalmente.

La cercanía entre ellos ahogaba todo intento de diálogo. Y sin embargo, Naruto se sentía tentado a hacer algún comentario trivial cada tantos minutos.

Con los brazos ahora cruzados tras su nuca en pose relajada y una sonrisa jovial enmarcando sus labios, Naruto miró de soslayo al joven a su lado, aliviado de ver aquel brillo de reconocimiento en sus oscuras pupilas.

Meses atrás, creyó que lo había perdido para siempre, y el dolor fue tan grande, tan fuerte, que se veía incapacitado para seguir su vida sin él. Sin embargo Jiraiya había cedido en su perpetua advertencia luego de semanas de depresión en las que no quería abandonar su habitación más que para ir y volver al colegio. Al igual que Sasuke,  con el paso de los días había dejado de hablar, y sus crisis de ansiedad se habían intensificado durante las noches. Al final a Jiraiya no le había quedado más remedio que levantar el castigo que pretendía ser permanente. Le había permitido volver a sus visitas, y eso había hecho.

Diariamente había visitado a Sasuke. Sin embargo había cumplido con su burdo pedido de no molestarlo. Los guardias de la clínica le prohibían acercarse al patio así que solamente podía conformarse con ver al Uchiha a la distancia.

Todos los días le veía sentado, solo, aislado, sumergido en su propia oscuridad.

Incluso un día tuvo la oportunidad de conocer a su hermano mayor. El parecido entre ellos era asombroso, aunque la actitud relajada del mayor difería muchísimo de la fría de Sasuke.

Itachi conocía a Sasuke mejor que nadie. Pues él mismo había asegurado que su hermano menor sería incapaz de retomar su vida en ese estado. Sin importar cuántas mejoras presentara ni cuanto esfuerzo pusiera en las terapias, el legado del corrupto orgullo Uchiha se interpondría siempre en la vida de Sasuke.

Naruto había querido ahondar mucho más en las palabras superficiales de Itachi, pero este lo había interrumpido para pedirle un único favor en aquella que, sin saberlo, sería su última visita.

Quería que cuidara de Sasuke.

Al principio Naruto se había molestado al suponer que sus familiares no volverían a visitarlo, pero días más tarde, en su siguiente visita a la clínica, lo supo.

Itachi se había suicidado para dar a su hermano otra oportunidad de empezar.

Le había donado sus córneas. Entonces Naruto supo lo mucho que Itachi había amado a su hermano, pese a las diferencias que hubieran surgido entre ellos en el pasado.

Ni un solo día Naruto había dejado de visitar a Sasuke, y solo el día de la cirugía se atrevió a incumplir la petición del Uchiha para estar presente en la habitación cuando Sasuke abriera por vez primera los ojos.

El resultado pudo ser cualquiera, pues las probabilidades estaban divididas en un 50/50 según el médico.

Pasara lo que pasara, Naruto quería estar allí, pues ya había decidido cumplir su promesa a Itachi y permanecer con Sasuke en todo momento.

Además...

Lo amaba.

Se detuvieron un par de metros antes de llegar a la reja. Naruto ladeó la cabeza en un gesto curioso cuando Sasuke se volvió a escudriñarle con inusitada seriedad.

-¿Estás seguro de esto?

Enérgico, Naruto asintió, volviendo la mirada hacia el internado Konoha. Después de que detuvieran a Orochimaru y aclarado todo respecto a las píldoras, se les había permitido a ambos el reingreso.

-Pero ni creas que seré blando contigo, bastardo- sonrió y le dio un golpe amistoso en el hombro antes de correr hacia la taquilla de inscripción.

Sasuke exhaló, esbozando una sonrisa tranquila.

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