XI

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Sasuke Uchiha despertó con una fuerte resequedad en la garganta. De pronto se sentía mareado, cansado y extremadamente aturdido. 

Cómo pudo, se sujetó de la cabecera de la cama. Ahora las sienes le palpitaban dolorosamente a la par que un hormigueo se expandía por su cuerpo.

Cuando llamaron a la puerta, intentó descender del colchón, pero sus articulaciones se mostraban reticentes, casi rígidas. Tuvo que permanecer en su lugar, sentado contra la cabecera hasta que un fuerte golpe lo hizo mirar en dirección a la puerta que acababa de ser derribada. Juugo retiró la madera de los pestillos y se abrió paso junto a Suigetsu y Karin. Fue esta última quién corrió hacia el escritorio para tomar la jarra de agua. 

Sasuke cerró los ojos en un intento de regular su agitada respiración. Era como si su cuerpo se rebelara contra sus deseos por levantarse, como si sus propias funciones corporales poseyeran vida propia. Sin embargo, en el fondo sabía a qué se debía todo.

Cuando Karin se apresuró hacia él para tomarlo firmemente de la espalda, Sasuke no rehusó que le acercara el vaso con agua. Bebió rápidamente el contenido. Poco a poco empezó a sentirse mejor.

-Vaya, Karin. Si mostrarás la misma amabilidad con el resto de tus compañeros de equipo, serías una excelente aliada.

El comentario de Suigetsu hizo rabiar a la susodicha, pero se limitó a ajustarse las gafas y después dejó el vaso en su lugar.

-Quizá si no fueras tan grosero y petulante, accedería a ayudarte- se defendió, sentándose al lado de Sasuke, quién lentamente daba muestras de abandonar aquel molesto letargo.

Primero movió los dedos de sus manos, luego los pies. Pronto, pudo levantarse por su cuenta, más espabilado y tranquilo. Se dirigió al lavabo.

Aquellos eran los terribles efectos secundarios que tenía la píldora experimental de Orochimaru. Por supuesto variaba según el individuo en cuestión. En el caso de Karin, la dejaba débil e imposibilitada para moverse durante al menos dos horas, suscitandose después una debilidad extrema, similar a la que Sasuke había padecido minutos antes. 

Con Suigetsu se presentaba a través de una severa deshidratación. El albino debía ingerir líquidos en todo momento. Lo peor, no obstante, lo padecía Juugo, quién perdía la noción de todo su entorno, volviéndose una persona agresiva, violenta y confusa. Por suerte, todo se compensaba en creces con lo que la píldora conseguía proporcionarles durante el día. 

Fuerza, velocidad, afinación de los reflejos, energía.

Sasuke se entretuvo enjuagandose el rostro. Abrió y cerró las manos de nuevo mientras una sonrisa jactanciosa se ampliaba en sus labios.

No había duda. Hebi era la llave para alcanzar su meta en ese lugar. Pronto no necesitaría de nadie. 

**

-No Sai, estás haciéndolo todo mal.

Naruto dejó escapar un suspiro de frustración para mirar al recién aludido. Habían transferido a Sai a su dormitorio luego de la intervención de Kakashi. Al parecer Sai Shimura había quedado fuera del examen de admisión debido a la saturación de los postulados. Se trataba de un joven extranjero con ansias de superación .Y Kakashi había dicho que tenía potencial, aunque Naruto se había alegrado de buenas a primeras por el simple hecho de que no serían dados de baja. 

El problema con Sai era su incapacidad de comprensión para los sentimientos y emociones. Sufría de perpetua apatía y ello podría traerles serios problemas en las pruebas de supervivencia. Incluso dentro del equipo ya había existido una pequeña riña entre Sai y Sakura el día de las presentaciones. Y es que de alguna manera extraña, Sai suponía que ser directo y muy sincero con las personas, era lo idóneo al momento de entablar conversaciones. 

Claro que empezar señalando los defectos ajenos no era considerado ningún don. Y así se lo hizo saber Naruto, pero ya era tarde. Sakura se había visto ofendida y había pedido espacio. El problema era que ya no tenían mucho tiempo. En dos días más serían los exámenes, y si no estaban unidos, sería bastante difícil aprobarlos. 

-Escucha, Sai- trató Naruto una vez más, cerrando el libro y apartándose del escritorio, ya cansado de reiterar algo que debería resultar lógico para cualquier persona medianamente empatica. 

Sai le había contado sobre su cruda y severa crianza por su padre adoptivo, y por ello Naruto quería mostrarse flexible. 

-Si Sakura o tu resultan heridos, ¿Qué es lo primero que debo de hacer?

Dubitativo, Sai se llevó el índice al mentón en un intento por recordar lo que Naruto le había mencionado previamente. 

-Debes completar la prueba. 

-No- Naruto frunció el ceño, pero su gesto se relajó al recordar lo sucedido en el bosque. 

Nuevamente se acarició el brazo, allí donde dos diminutos puntos rojizos eran visibles. Sai se parecía físicamente a Sasuke, lo había notado desde que Kakashi los presentó. Sin embargo, Sai era tan frío, tan emocionalmente distante y totalmente desapegado a todo, que resultaba cómico compararlos. Aunque quizá con el Sasuke actual no hubiera mucha diferencia. Al bastardo no le había importado si los descalificaban y eran dados de baja con tal de estar en otro equipo.

-Sai, si cualquiera resulta herido, se supone que debemos apoyarlo. Es un examen en equipo, no individual- explicó, ya algo cansado. -No se trata de competir entre nosotros, sino de ayudarnos para seguir adelante- recordó a sus padres y no pudo evitar sentirse triste por ello. -Sakura estuvo estudiando mucho sobre primeros auxilios. Ella se encargará de ser un soporte médico, pero si resulta herida, nosotros debemos ayudarla y ponerla a salvo. 

-Entiendo- Sai asintió, conforme. Sabía que estaba dando muchos problemas, pero no acababa de adaptarse al entorno que lo rodeaba. -Por cierto, jamás me dijiste por qué tú compañero desertó del equipo.

Naruto frunció los labios en fingida molestia. Sai parecía más interesado en averiguar sobre la razón que lo hizo acreedor a un pase en el equipo, que la misión que tenían por delante.

-Debe tener sus motivos, supongo- se encogió de hombros para restarle importancia. Lo cierto era que le intrigaba la ausencia de Sasuke en noches pasadas. Ya no lo oía llegar, y tampoco había visto a aquel joven llamado Deidara. Seguramente Sasuke estaba ocupadísimo preparándose, y ello le instaba a querer hacer lo mismo, dar lo mejor de sí para superarse, y superarlo...

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