Esa mañana, Naruto despertó temprano, sabiendo que debía aprovechar al máximo todo el tiempo que le quedara antes de rendir los exámenes prácticos. Sai aún dormía en la colchoneta al lado de la cama, y Naruto procuró hacer el menor ruido posible al pasar a su lado. Quería ir a las canchas a entrenar un poco.
Después de vestirse una muda limpia de ropa, se dirigió hacia la puerta, estaba por llegar cuando recordó que no llevaba su juego de llaves. Rápidamente se devolvió sobre sus pasos y buscó silenciosamente dentro de su mochila. Entonces lo sintió, aquel objeto que había recogido en el bosque y el cual había estado aplazando entregar. Se trataba del cuadernillo de Sasuke.
Debía entregárselo, pero ¿Realmente valía la pena?
Después del mal rato y las multiples humillaciones y desplantes que le había hecho sufrir, lo dudaba.
Igualmente no le pertenecía, y tampoco pensaba husmearlo porque no le concernía. Sus padres le habían inculcado buenos valores y, aunque ya no estaban con el, no pensaba defraudarlos, ni a ellos no a sus abuelos.
Cuando por fin encontró las llaves, miró de reojo a su compañero de habitación. Sai era un tipo tan extraño. Era como si no estuviera interesado en socializar para nada, como si no necesitara de la compañía de las personas. Frío, pero noble.
De puntillas, Naruto salió de la habitación y se dirigió a la de junto. Tocó un par de veces con suavidad pero no obtuvo respuesta. Entonces se le ocurrió acercar el oído a la puerta. Cuando apoyó su peso en la madera, la puerta se abrió, haciéndole trastabillar unos pasos.
Naruto reparó entonces en que los goznes de la puerta estaban en mal estado.
Ya dentro, encendió la luz.
-Sasuke- lo llamó en voz baja. Le resultaba insoportable el ambiente opresivo que se respiraba en esa habitación. El aire se sentía denso, enrarecido. Olía a humo de tabaco también, además de otro aroma dulzón que Naruto no pudo asociar con ninguno.
Cuándo llamó a la puerta del baño, tampoco obtuvo respuesta.
Quizá había sido mala idea entrar después de todo, pero no pensaba esperar otra oportunidad para devolver el cuadernillo a su dueño. Ahora más que nunca, quería limitar su distancia con Uchiha. Ya no estaban en el mismo equipo y nada les obligaba a frecuentar al contrario.
Frunciendo un poco la frente, Naruto recordó con vaguedad al chico de nombre Deidara. No lo había vuelto a ver.
La curiosidad le hormigueaba en el cuerpo al saberse en territorio ajeno.
¿Qué secretos entrañaba una persona como Sasuke?
Su habitación estaba bastante limpia, pulcra y ordenada. Las sábanas hechas, y ningún objeto a la vista.
A Naruto le ponía nervioso ver tanto orden en un espacio tan reducido. Miró en derredor y pensó en donde dejar el librillo. No quería dejarlo a la vista, o Sasuke sabría que él lo había tomado.
Con este pensamiento, fue hasta el escritorio junto al placard y abrió uno de los cajones inferiores. En su interior, Naruto encontró varios libros apilados con portadas oscuras. No pudo resistir el instinto de fisgonear un poco.
-¿Magia negra?- leyó en una de las contraportadas. Había símbolos extraños y terroríficos adornando cada uno de los tomos.
Confundido y asustado, Naruto abrió el resto de los cajones a toda prisa. Decidió dejarlo en el de en medio, donde había otras libretas que no quiso husmear.
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Réquiem.
FanfictionCuando la tragedia azota sus vidas, deberán aferrarse al contrario. SasuNaru.