VIII

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Caminaban juntos por uno de los patios del internado. Mientras Sakura relataba otra de sus muchas peleas con su compañera de dormitorio, Naruto iba distraído, mirando en derredor. 

Le alegraba bastante que su situación con Sakura hubiera mejorado. Tras dos semanas instalados en el internado, comenzaban a adaptarse un poco al lugar. Los rostros hostiles abundaban, las peleas nunca faltaban en las comidas, pero siempre había un instructor cerca para intervenir cuando era necesario. En más de una ocasión, Naruto les había escuchado decir que esas peleas entre matones eran indispensables para forjar el carácter de los más débiles, y en el fondo se cuestionaba si no serían preparadas con anterioridad.

A su lado, Sakura hablaba y hablaba sin cesar. Y Naruto había llegado al punto de sentirse avergonzado por haber perdido el rumbo de la conversación. Ahora le apenaba incluso interrumpirla para decírselo, pues sabía de sobra que ella se molestaría, por lo que se limitaba a asentir mecánicamente a todo lo dicho.

Cuando pasaron la cafetería, Naruto dejó de caminar. Su mirada se había sentido irremediablemente atraída hacia una de las mesas a la orilla. La mirada cínica, déspota y arrogante, se posó en él. Apenas un fugaz repaso visual antes de que el portador de tan enigmática mirada rompiera el contacto. 

Era Sasuke. Y al igual que las pocas veces pasadas en que Naruto lo había visto, estaba en compañía de tres jóvenes mayores. Una chica pelirroja de estilizada silueta con anteojos, un joven albino de tétrica mirada, y otro chico robusto y serio.

Todos se hallaban apartados, como si se tratara de alguna especie de club de élite. Resultaba increíble lo fácil que Sasuke había logrado adaptarse en ese sitio. Lo que desconcertaba (y en cierta forma molestaba) a Naruto, era el hecho de que Sasuke se hubiera alejado de su equipo para formar el propio. Bien podía tratarse de un acto de rebeldía y desprecio. Naruto no lo sabía, pero estaba consciente de sentir una molestia enorme por las circunstancias. Sasuke se deslindaba de ellos, sin importarle nada más que el mismo.

Al poco tiempo, se supo llamado por Sakura. Lentamente retomó su caminata, recordando efímeramente cuando Sasuke lo había ayudado en aquel bosque. 

¿Qué había cambiado en él?

¿Era esa oscuridad que había visto en su mirada, lo que le hacía obrar de aquella manera? 

-¿Por qué te quedaste atrás?- la pregunta de Sakura lo tomó desprevenido. Naruto parpadeó repetidas veces antes de ruborizarse y rascarse la nuca. 

-Pensé que nos sentaríamos- una mentira patética, pero no se le ocurrió otra cosa. 

A pesar de ello, Sakura no ahondó más y siguió relatando sus anécdotas junto a Ino Yamanaka.

A Naruto le agradaba Sakura, no solamente por su forma deshibida de ser. También debía reconocer que de no ser por su ayuda en las últimas semanas, seguramente habría reprobado los exámenes escritos. 

Sakura sabía muchos temas de memoria y no necesitaba estudiar tanto. Por otro lado, lo que más le preocupaba a él eran los exámenes prácticos. En dos semanas más citarían a los equipos para otra prueba de supervivencia similar a la de la simulación en el bosque. 

Su angustia residía en la ausencia de Sasuke Uchiha. No tanto por su presencia, sino porque probablemente los descalificarían si no estaban completos. 

¿Sasuke lo sabría?

Seguro que si. Era lo que el bastardo insolente esperaba. Que fueran a suplicarle para que volviera con ellos.

Ante el pensamiento, Naruto no pudo evitar sentir una desmedida ansiedad y enojo, mismos que salieron a relucir a través de una poderosa picazón en su piel. 

Inconscientemente empezó a rascarse los brazos con excesiva fuerza. Y no paró hasta que el agudo grito de Sakura lo sacó abruptamente de su trance.

**

Sentado a la orilla de la cama, Naruto cerró los ojos y contuvo la respiración cuando el líquido desinfectante le fue vertido en uno de los brazos. 

-Eres rematadamente tonto- lo reprendía la fémina, mientras se encargaba de limpiar las heridas. 

Naruto iba a replicar que se había olvidado de tomarse el medicamento ese día, pero se detuvo. Sakura no estaba al tanto de nada, y era mejor. No quería que lo tomarán como un fenómeno ahí dentro.

-¿Crees que podamos presentar la prueba sólo nostros dos?- preguntó Sakura, terminando de anudar la venda. Se había quedado con la mirada baja, pensativa y preocupada al reparar nuevamente en ello.

Había decidido ignorar todo hasta ese momento. Se sentía traicionada en cierto modo, pero Sasuke estaba en lo cierto al decir que ella no lo conocía de nada. Quizá se había precipitado al pensar que su atractivo físico también incluiría una personalidad compasiva y bondadosa como la de Naruto. 

El problema se cernía en que no importaba cuanto se esforzarán estudiando y repasando los temas encomendados por sus superiores, si llegado el día del examen, Sasuke no estaba con ellos, seguro se acababa todo. 

Y a Sakura le tendría sin cuidado abandonar ese internado, de no ser por qué ya había hecho dos amistades ahí dentro. Además, se creía más capaz de lograr algo. Con tan solo ver el rebosante entusiasmo del rubio, bastaba para sentirse con mayores ánimos y energías. 

-Tal vez deberíamos buscar a Sasuke- Naruto se arrepintió de haberlo dicho al notar el semblante de Sakura. Sabía que esos dos no se llevaban nada bien, pero era indispensable que Sasuke estuviera en el equipo porque ya los habían formado. Quizá sí le decía a Sasuke sobre la posible baja de los tres al ir en contra de las reglas, el Uchiha recapacitaría y retornaría al equipo.

Suspirando, Sakura se dispuso a recoger los materiales del botiquín.

-Sasuke no parece echarnos en falta. 

Naruto ignoró el comentario. Agradeció la curación y fue a su recámara para tomar el cuadernillo que tan recelosamente había guardado días atrás. 

Había obrado mal, y lo sabía. Ese cuadernillo le pertenencía a Sasuke. El lo había recogido durante la prueba en el bosque. Sin embargo, no lo había leído, ni pretendía hacerlo. Solamente había seguido un impulso. Ese objeto era algo personal, y lo sabía. Por ende pensaba entregárselo a su dueño. Al menos así tendría la excusa perfecta para acercarse a Sasuke y plantearle a su vez lo de la prueba en equipo.

Cuando Naruto abrió la puerta de su habitación, dispuesto a esperar a que Sasuke regresara de la cafetería, jamás esperó lo que aconteció después. 

Sasuke venía caminando por el pasillo, pero no iba sólo. Junto a él, un joven de largo cabello rubio y ojos azules, le acompañaba. 

Rápidamente, Naruto entrecerró la puerta de su dormitorio y se quedó de pie en el umbral. Cuando escuchó que la puerta a su lado se cerraba, se decidió a salir, todavía sin poderse creer lo que acababa de presenciar. 

Sasuke siempre solía llegar solo. No obstante, esta vez había llevado compañía. Y por extraño que fuera, a Naruto le supo amargo ese momento.

Quizá demasiado. 

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