Máscara.

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Perdí la gracia de mentir.

Mis movimientos ya no eran sueltos ni divertidos,

me quedé rígida y aburrida.

Jugué demasiado a no ser yo

y eso se volvió en mi contra,

me escupían en la cara por ser una embustera.

Desde entonces solo llevaba una máscara para que los demás no viesen mi cara de vergüenza. 

¿Por qué quise ser otra persona?

Pensé que crear un disfraz se me haría cómodo vivir en esta repugnancia,

pintar mis rasgos para no ser conocida,

pero me equivoqué,

porque hay personas que descubrieron como soy en realidad,

una chica que no vale para nada,

solo para mentir.

Mi vida decaía a la miseria,

supongo que me lo merezco,

por hacer daño a las personas que verdaderamente quisieron apoyarme

y yo les fusilé la cabeza.

La vida misma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora