Miraba a aquellos azulejos viejos, casi sin color, con los ojos perdidos en algún punto de aquel inmenso mosaico tosco.
Caía, mientras, agua cálida en mi cabeza, mi espalda...Llevaba tanto tiempo ahí dentro que ya ni siquiera pensaba que eso fuese caliente, es más, se había convertido en un agua tan fría como la de un manantial y tiritaba con la ropa que llevababa puesta.
Los labios habían cambiado a un morado como mis cardenales en mi cuerpo dañado. Ya no sentía el dolor de aquellos moretones cuando los pulsaba, ya no notaba al agua caer, me sumergí en esa bañera aparentemente blanca, desde allí veía como se vertía el gel de baño y producía espuma, me picaba los ojos pero seguí resistiendo en la profundidad.
Recordé en ese instante ese pasado oscuro,horrible y tuve ganas de ahogarme u arrojar el secador a la bañera, con tal de desatarme a este infierno...