Tenía el argumento perfecto para acallar tus insolencias, pero soy demasiado débil para compartirlas contigo.
Vuelvo a silenciar mi aliento.
En noche cerrada, mi mente viaja a la misma escena de antes y me siento inútil por no escupir estas palabras que arden en mi garganta.
Ese lloro silencioso aparece plasmado de nuevo plasmado en mi almohada, las lágrimas sinceras acarician la tela de algodón.
Lo siento Becky, recaí en la soledad.
Ese pozo oscuro e infinito se me hacía imposible ver el cielo azul.
Tus mariposas intentaron rescatarme de esta caida, pero sus alas se descoloraron y se rompieron.
Mi esencia se desintegraría por la velocidad de la gravedad que estoy experimentando.
Ya no hace falta que tratres de salvarme porque he llegado hasta tal profundidad que ni siquiera puedo respirar.
Esa alma perdida seguuirá encerrada entre estos muros de piedra.