Leonor Mitchell
El hospital se sentía mucho más siniestro de lo que ya era. Todo había cobrado una vibra diferente. Hace tanto tiempo que no sentía esta sensación. La de estar hundiéndose y después ir ahogándote, ser absorbida por la soledad. Entre más caminaba por aquellos largos, fríos y blancos pasillos de hospital, todo se volvía aún más difícil.
No, no estoy lista para hacerlo.
Sabía que no importaba que tanto deseara salir de aquí, no tenía alternativas. Este era mi destino, y yo podría hacer nada por cambiarlo. Afrontarlo, era mi única salida.
-Bienvenida, señorita Leonor Mitchell –me dijo el doctor Joseph en cuento me vio. No tuve fuerzas para responder, sólo fui capaz de darle una sonrisa a medias.
Mis padres y mi hermana estaban detrás de mí, dándome la fuerza y seguridad que necesitaba, a pesar de todo lo malo, creo que si necesitaba algo, y ese algo, era que todos estuvieran ahí, conmigo. Apoyándome.
El doctor nos pidió pasar a un pequeño cuarto, conocido como la dirección general. En la dirección lo que se hace es firmar los papeles donde avalen que el paciente va a ingresar y tiene que ser firmados por los padres cuando aún no eres mayor de edad. Además de que te quitan tu teléfono celular, accesorios y todo tipo de objetos que sean considerados amenaza o que se pueda usar como un arma. Te obligan a cambiarte de ropa, en vez de pantalones de mezclilla y blusas de seda, te dan algo parecido a un pijama, lo cual es un pantalón muy holgados, una blusa blanca o de colores claros y un suéter, todo de algodón y 100% hipo alergénico.
Sé que puede parecer sacado de una película, pero la realidad puede llegarte a sorprender bastante. No es la primera vez que me ha tocado usar esta ropa, pero espero que si sea la última. Me puse todo, a excepción del suéter, tenía mucho calor como para usarlo.
Antes de apagar mi teléfono celular, lo observé por un momento y lo prendí. Era demasiado. A pesar de no ser tan apegada a este pequeño aparato rectangular con miles de funciones, era mi único medio para comunicarme con el exterior. Ahora no puedo tenerlo, pero no quiero olvidarme de muchas de las cosas que tengo aquí. Entre ellas, fotos, recuerdos que me han hecho sentirme feliz durante mucho tiempo.
Con el paso lento, camino hasta el consultorio del doctor Joseph Li. Al entrar lo primero que percibo es una energía pesada, se siente tenso. Esa energía la sentí la primera vez que vine aquí. El doctor decía que era porque era difícil determinar lo que pasaba dentro de mi cabeza cuando tenía alucinaciones. Después me dijo que era difícil saber si el medicamento funcionaba. Esa energía la he sentido a lo mucho unas 5 veces. Incluyendo esta vez. Sé que para los doctores es difícil porque es parte de su trabajo, sin embargo para mi es difícil porque significa dejar todo lo que conozco, todo lo que quiero y encontrar nuevas formas de sentirme protegida por mí misma.
Protegida
Proteger
Salvar
Adam
Adam se cuela en mis pensamientos nuevamente, y si bien es cierto que aún no olvido nada de él, su presencia no se siente conmigo. Creo que está mucho más ausente. Entre más pasan los días, más difícil es aferrarme a él, a algo lo suficientemente grande como para que me confirmen que Adam volverá. Pero eso lo veo cada vez más imposible.
Al sentarme en la silla que está enfrente del escritorio de mi psiquiatra, lo primero que pasa por mi cabeza es que quiero correr, lo segundo es que ojalá pudiera desaparecer y lo tercero es que ojalá esto se acabe pronto.
-Bienvenida de nuevo, Leonor Mitchell –me dijo con un muy carente entusiasmo
-Gracias, doctor –le dije para no sentirme tan mal.
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Grita mi nombre © [EDITANDO]
Bí ẩn / Giật gânLeonor, una chica esquizofrénica con problemas de aislamiento social, se ve enredada en una complicada situación cuando sus alucinaciones parecen más reales que nunca. Mientras su psiquiatra trata de descubrir lo que ocurre dentro de la cabeza de Le...