♧Prefacio♧

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Leonor no tenía la culpa de ser como era. Siempre creyó que tener una enfermedad mental detonaría una gran parte de su vida y su futuro, sin embargo sus ganas de mantenerse al margen eran más fuertes que cualquier otra cosa. Si bien su aislamiento social hacía que las cosas fueran más difíciles, nunca pensó encontrase en situaciones como aquella para demostrarse una vez más que era más fuerte de lo ella misma pensaba.

—¿Estás bien? —preguntó el chico de cabello rubio.

—Creo que si —la chica estaba confundida—¿qué fue lo que pasó? —preguntó

—Creo que tuviste una alucinación —dijo el rubio y la ayudo a levantarse del pavimento

—No recuerdo nada de eso —confesó, pero un recuerdo vago cruzó por su mente durante un momento.

—No te preocupes, ya todo paso —el chico dijo suavemente

—¿Podrías llevarme a casa? —preguntó la chica con cierta timidez.

La pelinegra miró como el chico lo pensó por un momento para después asentir.

—Mi auto está estacionado a 3 calles —le dijo sutilmente-¿puedes esperar a que lo traiga o prefieres irte conmigo de una vez?

—Puedo esperar —trato de esbozar una sonrisa pero sólo logró hacer una mueca.

—No tardaré —el chico de ojos color miel se alejó de la chica a grandes zancadas, dobló en la esquina y desapareció, de un momento a otro la calle parecía estar desierta a no ser por la chica.

Al cabo de 5 minutos, Dylan apareció de nuevo montado en el auto, llegó a la altura de Leonor y le hizo una seña con la mano para que subiera. Una vez estando los dos en la privacidad de aquel pequeño vehículo el rubio dirigió la mirada a Leonor, y aún indeciso se atrevió a preguntar.

—¿Te sientes bien? —la pregunta resonó en los oídos de Leonor como si fuera eco.

—Sí, creo que si. ¿Por qué? —la chica se puso incómoda

—Antes de desmayarte comenzaste a gritar... —confesó el chico tratando de no sonar muy interesado en el tema —y me asusté un poco.—en su voz parecía que estaba preocupado

La chica no respondió, pero en su cabeza se reprodujeron una a una las escenas que vivió en su alucinación, recordó el puente, el estar corriendo en dirección de aquel chico y diciéndole que lo necesitaba, que no se fuera. Luego recordó la sensación de estar cayendo, y el pavimento frío y duro debajo de ella, dándole la señal de estar despertando.

—¿Leonor? —el chico llamó su atención

La pelinegra no volvió a contestar, de la nada sus propios pensamientos estaban en duda, no entendía lo que pasaba.

—No te preocupes, es normal que eso me pase —dijo la chica en total calma, pero en una parte de su ser eso le causó un conflicto interno.

—Sí, lo sé. Es sólo que nunca te había oído gritar de esa forma —dijo el chico con un aire de alivio de que Leonor hubiera hablado

Leonor relamió sus labios y luego miro por la ventana tratando de buscar una explicación del porqué Dylan seguía siendo su amigo a pesar de todo.

Miro a la chica con una expresión calmada, dirigió de nuevo su vista a la carretera, se aclaró la garganta para decir algo, pero Leonor tomo la delantera.

—¿Por qué sigues aquí? —soltó la pregunta con rudeza

—¿A qué te refieres? —preguntó el chico confundido.

—¿Por qué sigues siendo mi amigo? Desde que te conozco haz sido testigo de mis alucinaciones, te haz quedado conmigo siempre que tengo una crisis y siempre que necesito algo eres el primero en estar ahí —una parte era verdad, la otra no lo era en su totalidad —. No deberías de estar cuidándome, deberías de estar con chicos normales como tú.

Dylan tenía su vista clavada en la carretera y los brazos tensos por lo que dijo Leonor, su mandíbula se tensó y creyó que era una broma. Condujo un par de metros más, y después se estacionó enfrente de un parque. Durante esos segundos Leonor no quito su vista del chico.

—¿Con gente normal? Tú eres normal, Leonor — el chico frunció el ceño

—Eso no es cierto.

—Lo es —bufó— mira, sé que tal vez te sientes un fenómeno por lo que te pasa, y que creas que la gente no quiera estar cerca de ti. Pero es 1000 veces mejor estar contigo que con una bola de estúpidos que sólo hablan de sexo y fútbol. Contigo puedo ser yo, no tengo que fingir que me gusta algo sólo por encajar, eso es increíble... — hizo una pausa y suspiró antes de seguir —... ¿sabes? Siempre quise tener una amistad así, tener una persona con la puedas hablar de todo sin sentirse incómodo. Para mi tu amistad es un tesoro, un jodido regalo del cielo. Así que por favor, no vuelvas a preguntar porque sigo aquí, nadie me está obligando, estoy aquí porque es mi decisión, porque yo quiero estar aquí y no me quiero ir, ¿de acuerdo? — el chico miro directamente a Leonor.

La chica le dio una sonrisa a medias y después lo abrazo. Por primera vez en mucho tiempo, Leonor sintió algo parecido a la felicidad, y eso fue lo que reparó aquella aparatosa noche.

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                                      ~SIHC♡~

Grita mi nombre © [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora