Era día de limpieza. El dueño del bonito apartamento se sentía triste, no había visto a su vecino en varios días. Tomó las bolsas de basura y bajó hasta los contenedores al lado del edificio. Estaba acostumbrado a vivir con su compañero de apartamento pero su lucha contra las tapas pesadas era algo que jamás podría ganar. Sus brazos flácidos, su fuerza limitada y sus manos llenas no ayudaban. Sacó su lengua y la mordió suavemente haciendo una jugada de ajedrez en su mente para levantar por fin el trozo de metal sin dejar caer las bolsas.
Perdió estrepitosamente. Quería tomar su móvil y llamar a su mejor amigo pero sus manos se encontraban sucias. Suspiró con cansancio deseando que alguien llegase y le salvase la vida y su dignidad. Un brazo pasó al su lado abriendo el contenedor. Movió su cabeza para encontrarse con un gran y musculoso pecho que lo hizo tensarse. Su vecino por fin había aparecido.
-Hola.- saludó al joven más impresionante que había visto.- Soy Don.
Asintió.
-Vivo en el apartamento trece.
Asintió arrojando la bolsa al contenedor, tomó las del más bajo y las arrojó de igual manera.
-¿Quién eres?- Don conocía perfectamente quien era.
-Bosston, apartamento seis.El joven alto se alejó sin decir nada más y Don sintió sus piernas flaquear. Habían sido meses de estar observando a su vecino a la distancia. Conocía su nombre, apartamento y era suficiente para admirarlo cuando lograba verlo salir de su apartamento listo para ir a la universidad. Don Wanut un estudiante como cualquier otro, segundo año en publicidad y una energía digna de un volcán. Cuatro años, cuatro años de admirar a Bosston y por fin se había animado a hablar correctamente con él o eso era lo que quería creer. Aun recordaba el primer día en que a sus ojos apareció ese enorme ser, gracias a su primo había firmado su sentencia. Caminó de regreso a su apartamento, con las manos temblando y su corazón latiendo fuertemente en su pecho.
-Lo hice.- susurró cuando cerró la puerta tras él.- ¡Lo hice, Cleo!- esta vez el grito estaba dirigido a su pez dorado.
La pececilla nadó en su pecera, acostumbrada a su ruidoso dueño.
-Tengo que celebrar este gran suceso.
-¿Qué gran suceso?- su mejor amigo hizo su aparición.
-Hoy hablé con P'Bosston.- sintió sus labios curvarse en una inevitable sonrisa.
-Vaya.- el joven alto despeinó su cabello.- Nunca pensé que viviría para ver esto.
-Es lo que le estaba diciendo a Cleo.- señaló la pecera.
-¿Qué sucede princesa?- se acercó al tanque de cristal y alimentó a la dorada criatura.- ¿Don está molestándote?
-No lo hago.- el jovencito cruzó sus brazos sobre su pecho.- ¿Qué harás hoy? Pensaba en comer barbacoa casera.
-Planeaba ir a cenar con King.
El ánimo de Don se desplomó.
-Pero puedo cancelarlo ya que es un gran paso para ti.- pensó unos segundos.- Podemos decirle que se una a nosotros.
-¡Mike!- el joven bajito se lanzó a los brazos de su mejor amigo.- Eres el mejor.
-Dile eso a mí exnovia.- se quejó alejándose de su amigo.
-¿Cuántas van?
-Tres este mes.- sonrió con suficiencia.
-Eres un sinvergüenza.
-Solo disfruto de mi época universitaria.
-Iré a darme un baño.- olisqueó su sudada camisa.- Me dejaste la limpieza a mi solito.
-Era tu día.
-No quiere decir que no debas ayudarme.
Mike se carcajeó ante la actitud mimada de su mejor amigo.- Ve a bañarte, iré a la tienda de conveniencia por la comida para esta noche.
-Llamaré a P'King.
-Que gran equipo.- Mike tomó las llaves de un cuenco dorado.El jovencito terminó de ordenar el lugar luego de invitar a su segundo superior favorito. Al ser criado en una provincia las tareas del hogar realmente no le pesaban pero quejarse por ello era parte del paquete. El aroma a sudor lo seguía sin descanso y él no podía permitir que su visita lo encontrase en aquel estado. Don se sentía realmente afortunado a tiempo que escogía un cambio de ropa. Mike era un año mayor que él y aun así era su mejor amigo. Al llegar a la ducha la reguló con ayuda de la palma de su mano para evitar sentir el frio sobre su espalda. Cuando estuvo listo se deslizó bajo la presión de agua, sintiendo el calor recorrer su cuerpo. Los pensamientos golpearon su cerebro, tenía la mala costumbre de fantasear al tomar un baño. Sus labios hormigueaban al recordar la breve charla. Sintió ganas de saltar pero rápidamente las reprimió por miedo a resbalarse y morir antes de dar su primer beso. Era tan torpe y se negaba a que encontrasen su cuerpo desnudo. Tomó el bote de shampoo y vertió una generosa cantidad sobre su cabello. Sus pensamientos regresaron al mayor, conocía a Bosston desde el instituto y aunque este no lo reconociera, era al único que deseaba darle su primer beso.
ESTÁS LEYENDO
2.1-Give up- BosstonDon- Finalizada
Novela JuvenilBosston no puede entender porque el novio a quien amaba lo abandonó sin decir una palabra. se ha culpado por tantos años, escondiendose en fiestas y alcohol, esperando con ello dejar de sentirse vacío. Un día conocerá a uno de sus vecinos. Un joven...