Primer impulso

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Don esperaba sentado en el banquillo, moviendo sus piernas y disfrutando el aroma de la apetitosa comida. Adoraba los puestos callejeros, le recordaban a su amada provincia. Su madre era propietaria de un restaurante similar y estar en el lugar le hacía sentir en casa. El superior charlaba con el par de mujeres mayores detrás del puesto. Una de ellas no dejaba libre su mejilla mientras que la otra hablaba más rápido que el mismo Can. El gran estudiante se giró y sus miradas se encontraron. Don no era fanático de observar a la gente a los ojos pero su madre le había dicho que desviarla era de mala educación, el pequeño fue maleducado al bajar la mirada.

Para nadie era un secreto que Don se encontraba enamorado del nadador, para nadie excepto para el involucrado. Quien descubría sus sentimientos solía hablar de más, muchos rumores alrededor, tantos que la mente del pequeño decidió no escucharlos más. Se decía que tenía distintas parejas al día, que no le interesaba si era hombre o mujer. Trató de recordar el nombre que más se había repetido pero le fue imposible. El superior se inclinó hacia adelante colocando las manos sobre la mesa plástica.

-Siento la espera.
Don movió la cabeza, él estaba feliz de encontrarse sentado en donde estaba.- No pasa nada.
-Dijeron que van a cocinarte algo especial pero antes de ello ¿Eres alérgico a algo?
-Al jengibre.
-¿Alergia?- Bosston levantó una ceja dudando por completo de su respuesta.
-¿No es considerado alergia si no me gusta?
-No.- el mayor tragó una risa.
-Entonces no, no tengo alergias.
-Se los diré.- despeinó el cabello del pequeño y estremeció su corazón.

Suspiró descansando su mejilla sobre su mano y el codo sobre la mesa. Suspiró ante la vista, aunque llegaron juntos y estuvieron gran parte del día acompañado por el otro, Don aun no creía donde se encontraba. Sus interacciones con el mayor pasaron de una milagrosa charla unilateral a cenar juntos por petición de Bosston. Las mejillas de Don se sonrojaron y su corazón latió fuertemente en su pecho. De cero a cien en poco tiempo. Limpió el sudor de sus manos contra la tela en su pantalón cuando notó que el mayor regresaba.

-Tienes suerte, las señoras ha querido consentirte. Un plato de fideos sin jengibre.
Don sonrió tomando el recipiente que el mayor le tendía.- Genial.- se acomodó en su asiento listo para devorar la comida.
-No te olvides de agradecerles cuando termines.
Asintió.

Una música suave llegó a sus oídos. Buscó su proveniencia pero no pudo hacerlo. Era evidente que no se trataba de las mujeres que charlaban animadamente. Se encogió de hombros y continuó comiendo. Sonrió para sí mismo cuando inevitablemente comparó aquel platillo con el de su mamá, sabiendo que jamás encontraría nadie que cocinara como ella. Don amaba a su mamá con cada respiro que daba, su familia era importante para él y sobre todo ella. Recordó la época en la que se sentaba a su lado y trataba de atraer clientes. Cuando llegaba la hora de cerrar su padre aparecía con Del en sus brazos. Eran una familia unida y vivir en la ciudad no era sencillo pero se había acostumbrado. El primer año lejos de casa fue el peor, había llorado más que nunca pero no iba a renunciar. Sus padres no eran ricos y realmente se esforzaban por sacarlos adelante.

-¿Estás bien?- la voz profunda de Bosston lo trajo de regreso.
-Lo siento.- limpió su boca con la servilleta y sonrió.- Estaba pensando en casa.
-¿Recuerdos buenos?
Asintió rápidamente.- Mi madre tiene un puesto similar en nuestra provincia, es realmente popular y su comida es la mejor.
-No dejes que las abuelas escuchen eso o van a ponerse tristes.- susurró Bosston y colocó un dedo sobre sus labios.
Don sonrió y levantó un dedo frente a sus labios imitándolo.- Mi familia es muy unida y cariñosa.- continuó con emoción. Can había sido a la última persona nueva con la que había hablado de ellos y no había notado cuanto necesitaba exteriorizarlo.

Se sentía cómodo, el nerviosismo no lo había abandonado pero se encontraba tranquilo. Bosston escuchaba atentamente sus anécdotas, recordándole que debía comer y no solo hablar. El tiempo pasaba y su único indicativo eran las personas que se despedían y agradecían la comida. De pronto notó que su plato estaba vacío y su estómago felizmente lleno.

2.1-Give up- BosstonDon- FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora