capitulo 14 negociación

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Su paso era firme, logro pasar la seguridad, aunque tampoco es como si fuera tan difícil. Al entrar aún se podian apreciarlos caminos coloridos llenos de alegría, sabía que en este lugar era la catrina quien reinaba, y el dios del olvido era quien custodia a las olvidadas.
Sabía que la pintura está vez no lo ayudaría así que hizo lo que siempre hacia al cruzar, su piel ahora transparente dejaba ver su esqueleto, pero aún podía notarse muy ligeramente que era cubierta por una fina capa opaca.

Podía ver a los esqueletos pasar junto a él con tranquilidad, después del varias cruzadas era normal que algunos ya lo reconocieran, los guardias o policías no podían hacerle nada si no causaba problemas, al no "tener" sus pulmones, no decía preocuparse del todo por si llegarían en una hora o en ese momento. Dió vuelta en una calle esquivando a la "gente" llegando a una casa en particular, se acercó a la puerta dejando tres golpes para llamar al propietario, pero nadie respondió.

-vamos Mamá Imelda, no me dejes en la calle- tocó nuevamente pero el resultado fue el mismo, miro por toda la calle esperando de casualidad ver a un familiar suyo, pero no.

-a la chingada con esto, tengo el tiempo contado- camino a paso rápido hacia cierta sección, la más llamativa. Lo bueno de haber tenido que esconder cosas, su agilidad se volvió más efectiva, el escalar las paredes con ayuda de los tubos, saltando por las azoteas y siendo lo menos llamativo posible llego a su destino, una gran hacienda se alzaba frente a él, su respiración no lo detuvo y entro como muchas veces lo hizo en su casa, por una ventana,cayó directamente en la cocina, los objetos del daban los indicios, con cigilo salió de aquel cuarto evitando ser visto por si alguien se enconntraba

-calma Imelda, que más podemos hacer- una voz conocida lo hizo asomarse, era Héctor.

-no es justo, ya han pasado cinco años y el chico está en aprietos!- sujeto sus inexistentes cienes, frustrada.

-ya la escuchaste, si reduce la sentencia el chico debe dar algo a cambió- dijo su el músico, Miguel prefirió salir y saber que pasaba exactamente.

-Mamá Imelda! Papá Héctor!- Grito quedando frente a sus tatarabuelos, exaltando a la mujer y asustando al hombre.

-Miguel, Mijo!- grito Imelda mientras abrazaba a su nieto, Héctor le siguió segundos después.

-que haces acá chamaco, no es día de muertos como para que estés de visita y tampoco le toca a la parca recoger- dijo Héctor al separarse del menor.

-de hecho vengo a hablar con la Catrina- el esqueleto le miro con sorpresa mientras la monarca fruncía en seño.

-oh no, ni se te ocurra Miguel, sabes muy bien que no debes hablar con ella!- se cruzó de brazos mirándolo con enojo, Miguel suspiro.

-lo se, pero es importante, aunque sea para reducir el castigo, no pido que me lo quité, solo que acorte la cantidad!- le explicó con calma, pero no evitó un golpe de su mamá -Auch!- sobó su cabeza.

-y que crees que hacemos nosotros!? La Catrina no es alguien que puedes tomar a la ligera, todos lo que hablan con ella deben dar algo a cambio!- le recordó, miro a Imelda que a pesar de tener el enojo a la vista la preocupación se podía leer en sus ojos.

-Imelda tiene razón Miguel, ya tienes suficiente con el contrato de las flores como para echarte otra soga al cuello- la mano de Héctor lo hizo voltear, pero negó con la cabeza.

-pero...- Miguel no termino pues de su delantal saco un pétalo, Miguel suspiro al ver a su abuela preparándose.

-vete a casa y te prohíbo rotundamente hablar con la Catrina!- el pétalo de ilumino, Miguel quiso escapar pero una retumbante voz detuvo la acción de los tres.

-asi que tú eres el renacuajo que le ganó a mi mujer- su voz ronca y gruesa hizo temblar al menor, podría ser mayor de edad pero el miedo a las divinidades no se lo borran ni con una bota rivera contra su cabeza.

-shibalba- la monarca miro a la deidad frente a ellos, este le miraba con superioridad, sin importar que la mujer le intentará "matar" con la mirada.

-que desperdicio de tiempo, sería más fácil castigarte con la muerte, llamar al charro negro y venderle tu ama o algo así en vez de dejarte vivir y ya- le señalo con una mueca.

-eso iría contra el contrato mi amor- una voz dulce y aguda los hizo voltear, Miguel trago al ver la imponente figura de la mujer, de vestido morado y gran sombrero cubierto por flores, dulces y sal, está le voltear a ver con una calida sonrisa.

-pero miren nada más quien a venido a visitar, el joven Miguel rivera- los tacones retumbaban mientras está se acercaba a la familia.

-es un gusto tenerte de regreso muchacho- su sonrisa jamás se esfumó, en cambio la otra deidad les fulminaba con la mirada -a que se debe tu vista en nuestra hacienda?-

-venia a buscarnos, ya sabe cómo es Miguel cuando quiere ver a su familia- excuso Héctor pero Miguel hablo a la alta esqueleta.

-creo que usted sabe por qué estoy aqui- Héctor golpeó su "frente" deseando poder ser él quien pudiera darle un golpe.

-Miguel Rivera!- le regaló la monarca de los riveras, mirando con enojo y preocupación a su tataraniento.

-sin rodeos eh?... Fufufufu, es extraño ver actitudes así en estos años, nadie es así por sus frágiles emociones y pequeño control sentimental- pero finalmente Miguel pudo ver qué aquella sonrisa alegre cambiaba a una mueca más seria -pero me temo que mi respuesta es no-

-por que? No pido que me la quité solo que la acorte, esto ya está afectando a terceros!- le suplico con esperanza de que lo considerada.

-no insistas chamaco- la voz de elector se escuchó a sus espaldas, esperando que el menor dejara esa idea pero no fue así.

-no es tu problema si ellos pierden el tiempo, los pétalos no pueden matarte- chasqueo los dedos y todo sus ser volvió a la normalidad junto a ese cosquilleo en su garganta, no pudo evitarlo y los pétalos fueron expulsados sin difícil, los tallos salieron más fácil que antes, trato de recuperar el aliento cuando los pétalos que escupió se levantaban por una corriente rodeándolo con ellas.

-pero tampoco podemos dejarte sin tu castigo, no voy a reducirlo, por qué aún debes pagar por romper las reglas entre los vivos y los muertos- el hombre hablo tras la Catrina que le miraba triste.

-por favor permítame...!- quiso hablar más, caminar, correr hacer algo pero fue en vano.

-lo siento Miguel pero, es hora de volver al mundo de los vivos- la Catrina tomo la mano de su esposo y ambos dieron su bendición, haciendo que Miguel desapareciera de ese lugar, devuelta al mundo de los vivos.

PERO SOLO ES CEMPASÚCHIL (Higuel/Hiroguel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora