Capitulo 30 colapsó

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Cuando beso al chino ese, espero cualquier cosa menos que el prodigio Hiro Hamada lo asaltara en lugares inesperados por un beso.

Claro que el daba algunos cuando quería bromear con el nipón y a veces fingía querer darle un beso para después irse y dejarlo con las ganas, él era el coqueto, el mandamás, el hombre con los pantalones! Pero solo hacía falta que ese greñudo genio lo asaltara al final de las escaleras y le robara un beso.

Una semana, solo una y el nipón había tenido la rutina de robarle un beso cada vez que despertaba, cada oportunidad cuando creía que nadie más estaba viendo, uno cuando volvía de la universidad y uno antes de irse a dormir.

No podía evitar avergonzarse cuando Hiro le rozaba los labios cuando estaba en la cafetería, oh, podía ver a Fred emocionado cada vez que Hiro hacía esto, incluso sospecho que Gogo estaba guardando unas cuantas palabras al ver una de sus cejas arqueada en lo alto.

Ese idiota realmente de novato enamorado paso a Amante de un gran salto.

Dejó que Baymax lo escaneara, una vez más en la sala de trabajo de Tadashi, los escaneos no estaban arrojando nada nuevo, eso también estaba empezando a pasar factura al Rivera, miró de reojo a Mamá Imelda que mordía su pulgar huesudo nerviosa.

Hoy era uno de esos días inusuales en el que la Catrina los llamaba, esperaba que fuera una resolución, algo que ponga fin a esta pérdida de tiempo para estas mentes brillantes. Tadashi escribía en el portapapeles con el ceño fruncido, mirando a un médico a su lado y con Honey al otro, los tres adultos murmuraban alguna solución, este caso único serviría para ser una tésis, Miguel no pudo evitar resoplar al ver la sonrisa maravillada del médico.

Hiro estaba a su lado apretando los puños con los brazos cruzados. Si Miguel estaba ansioso Hiro estaba que quería golpear al médico, él había estado más al pendiente cuando se trataba de sus chequeos.

Miguel se despidió con Hiro a su lado y ambos abandonaron la universidad, para consternación de Miguel.

–no tienes algo que hacer aquí?– preguntó Miguel mirando a Hiro.

–yo… pedí el día…– dijo Hiro tosiendo y sonrojándose un poco evitando la mirada del mexicano.

–eh? Y como que por qué o que? Tienes algo más pendiente?– Hiro tosió una vez más y aceleró el pasó.

–no yo…– él solo aceleró un poco más.

–Hiro!– Miguel suspiro y solo lo vio correr lejos de él, debe tener prisa por llegar a casa si ni siquiera le dio un beso de despedida.

Miguel se encogió de hombros y caminó a su paso, pasando a una tienda para comprar una Coca Cola.

"Mijo, tienes que buscar un momento para la cita de la Catrina, no puedes tener a ese chico pisandote los talones" murmura Imelda finalmente parada junto a su Tratara nieto.

–se tomó el día en el peor momento, tal vez pueda pedirle a Fred que lo entretenga por unas horas– Murmuró tomando su bebida.

"Hay Miguel, tengo un mal presentimiento, mi Coquito se levantó asustada preguntando por ti" Miguel tarareo en un semáforo verde, esperando su turno para pasar.

–eso no es bueno– Miguel miró su lata de refresco –recuerdo la última vez que pasó eso–

Fue dos años después de contraer la maldición, Miguel había estado en el mercado comprando junto a sus primos, mientras Abel compraba con rosa las verduras Miguel miraba un puesto de dulces. Recuerda escuchar a Papá Héctor a su lado contándole del susto que les dio mamá Coco cuando despertó gritando por Miguel.

PERO SOLO ES CEMPASÚCHIL (Higuel/Hiroguel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora