capitulo 23 visita

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No importa cuánto intentará, no podía sacar la incomodidad de su pecho, subió por las escaleras al tercer piso donde la habitación de los Hamadas yacia igual que siempre, cerró la puerta tras él despacio, suspiro separándose de la entrada y miro la ventana en la cabecera de la cama, no debía afectarle, por supuesto que no, pero no podía evitarlo.

Apretó las manos y frunció el ceño, es verdad, a quien le importa lo que ese hombre allá dicho? Había recibido peores golpes a lo largo de su vida, se sentó en la cama de Hiro mirando el suelo con fastidió.

Por educación (y falta de idioma) no le dijo nada, pero Hizo pasar un mal momento a la dueña, a la tía Cass, suspiro una vez más, por qué no podía ser como su Mamá Imelda? Altanera y orgullosa, antes muerta que callada ante los que le intentaban dañar? Sujeto sus cabello frustrado.

Había pasado el evento y finalmente su cabeza reconocía Miles de frases y palabras altisonantes que podía usar para no dejar caer su orgullo más bajo.

Soltó una maldición apretando los dientes, definitivamente dios lo odia! Suspiro de nuevo y negó, no, dios no tiene culpa de su retraso para pelear a palabras. Se dejó caer contra el colchón mirando el techo, de nada servía arrepentirse, pero ya tenía soluciones futuras para cuando viera a ese viejo.

Cerró los ojos un momento, el silencio era el dominante en la habitación pero no evitaba que el sonido de afuera se filtrara, los autos pasando, las personas hablando, la suave brisa que se filtraba por la ventana, era tan diferente a su hogar, los carros no eran muy usados si no era necesario, la gente era más ruidosa y alegre cuando estabas cerca de la ventana, pero sobre todo, el Aire que entraba por la ventana era cálido.

Soltó otro suspiro mientras se quitaba los zapatos y se acostó boca arriba, podía ver el cielo tras la ventana, ver las nubes moverse a ritmo lento, tarareó cualquier canción que se le viniera a la mente moviendo los pies al ritmo suave, su respirar se volvió lento mientras más se perdía en su mente, finalmente la paz lo domo, apesar del sonido de los vehículos de afuera, el soplar del viento lo relajaba bastante.

Un pequeño recuerdo lo invadió, el atardecer de aquella vez, los últimos rayos de sol bañando la ciudad como oro dando la bienvenida al cielo nocturno, suspiro al recordar el viento contra su cabello, dejando de lado que técnicamente fue secuestro lo que hizo el héroe ya que nunca necesito ayuda (o si?).

Cerró los ojos con el recuerdo fresco en su mente, el héroe de casco se poso en el recuerdo, apesar de la vergonzosa posición típica en películas de Hollywood, le dió un respiro del estresante conflicto.

-estas despierto?- ignoro la voz tratando de enfocarse en su recuerdo de paz, fallo por el invitado no deseado.

-estoy dormido, vete- soltó acostándose de lado, escucho un resoplido que conocía perfectamente era ese que siempre le daba mamá Elena de "hay chamaco, que haré contigo".

-los dormidos no hablan- Miguel se levantó dándole la espalda a la ventana aora encarar a quien sea que allá entrado a perturbar su paz.

-pues los sonámbulos hablan fija...te- no había nadie frente a él, por un momento su Papá Héctor curso por su mente pero lo descarto de inmediato, el no se esconde, miro a todos lados sin respuesta.

-aqui atrás?- Miguel volteó y observó con una ceja arqueada incrédulo, achico los ojos un poco al ver al héroe de armadura morada sentado en el marco de la ventana, se quedaron callados unos segundos hasta que Miguel retrocedió del susto cayendo de la cama.

-ouch- el héroe arqueó una ceja, Miguel se apoyo en el borde de la cama aún se tardó en el suelo, miro al héroe con enojó -como se te ocurre entrar así, hay puertas!-

PERO SOLO ES CEMPASÚCHIL (Higuel/Hiroguel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora