capítulo 25 Leo San Juan

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Por más vueltas que le diera, jamás lograría entender como seguía su amigo trabajando aqui, sentado en una mesa al fondo del local tomando un chocolate y un pastel. Mirando como gente salia y entraba del café, gruño al pensar nuevamente en el juego que las deidades seguro tenían en su amigo y bebía del liquido caliente.

Suspiro dejando la taza en la mesa, se suponía que solo cobraría un trato de una pareja y se iría, pero no pudo hacerlo, realmente que no, replanteo un segundo para viajar a la ciudad vecina y poder ver a su amigo. Se paro frente a la puerta apunto de entrar, tal vez podría tomar bocado en el local.

Entro la residencia esa tarde ganándose varias miradas a su persona, bien lo entendía, que persona en su maldito juicio usaría un traje de charro en territorio Estadounidense, con un calor inimaginable, oh si supieran quien era, miro todo el lugar buscando un lugar y lo diviso sin dificultad, se acerco al mostrador donde una mujer lo miraba con sorpresa.

Su sombrero cubría gran parte del rostro, solo mostrando su barbilla, pidió un café y un rebanada de pastel, espero un momento su pedido, escucho pasos arriba y soltó un suspiro cuando su pedido llego, pago a la mujer y tomo asiento en la mesa alejada de todos, roso el borde de su sombrero bajo la atenta mirada de todos los clientes y la mujer del lugar, se despojo del sombrero finalmente dejándolo en la silla de al lado, respiro el aroma del café y sorbió contento por tener algo en su estomago, antes de escuchar un pequeño silbido junto a un chico moreno bajar.

Ese era Miguel.

El muchacho saludo a la mujer con una radiante sonrisa, antes de mirar al chico de traje negro, sus ojos se abrieron y con rapidez se le acerco con suma alegría.

Después, se mantuvo ahí por petición de Miguel exigiendo que le esperara hasta su descanso.

Miro el tercer vaso de café, no se quejaba Miguel le traía algunos pastelillos cuando veía que los terminaba, fue para el quinto que dijo que era suficiente de aperitivos y solo prefería el café.

Reviso su celular esperando el mensaje de su amiga Teodora seguro preguntando su paradero, meneo el café del base y bebió el ultimo contenido, tarareo recargándose de la silla respondiendo a la chica fantasma.

El timbre de la puerta se escucho nuevamente, ya no sabia cuantas personas habían entrado desde su estadía, miro por el rabillo del ojo, aun había un problema que debía resolver si el bastardo volvía, todo un grupo había entrado, para dirigirse quitando el sombrero de la silla, donde Miguel casi sentarse descuidadamente en ese asiento, coloco el sombrero sobre la mesa apartando el vaso vació.

-mira pero que me trajo la Virgencita, que sucede mi panadero- dijo el moreno con una sonrisa.

-vine a verte para ver si no hiciste una tontería, eres el mayor comprador para mi panadería- respondió con el ceño fruncido, el Rivera no vacilo su sonrisa, eso lo agobio un poco,

-ow, ya se que soy irresistible, no tienes por que avergonzarte por preocuparte!- el castaño mayor rodó los ojos con incredulidad.

-deja de estar chingando- gruño con la cafeína a tope -Entonces...como te has sentido?-

-pfff, eres todo un caso- sonrió con ternura antes de tomarlo por el hombro -Sigues pensando en ese incidente?-

-ugh, no debí preguntar- dijo quitando la mano del camarero que soltó una pequeña risita al ver una mueca del hombre.

-estoy bien! ya no importa todo es agua debajo del puente pero eso es lo de menos!- puso los ojos en blanco acomodándose en la silla incomodo, sentía una mirada en su nuca que estaba empezando a calar.

Su platica continuo amena durante media hora, media hora que sentía esa mirada que quemaba aun mas, se cernió sobre la mesa y se apoyo en su mano con una pequeña sonrisa, esa persona se había molestado por esa acción. escucho la perorata de su amigo, comentando de vez en cuando, finalmente ese peso se esfumo de su pecho y lo agradecía con alivio.

PERO SOLO ES CEMPASÚCHIL (Higuel/Hiroguel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora