Dieciséis

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Lo han obligado a levantarse de la cama y pasear, pero no puede verle nada emocionante al pasillo que la enfermera lo lleva: puertas entreabiertas, médicos atendiendo pacientes, gente con el rostro preocupado y un par de niños durmiendo entre las sillas. Preferiría estar sentado en su dormitorio mirando la televisión, pero no puede. Los hospitales nunca le han gustado a Harry y le gustaría poder pretender que no está encerrado en uno por un par de días más.

Tiene recuerdos borrosos que se mezclan con el efecto de los calmantes de la visita de Zayn y no es capaz de pensar en otra cosa que no sea poder hablar con él. Arruinó completamente todo su avance y lo sabe. Y arruinó lo que sea que podría haber pasado con Zayn: sobre todas las cosas, la recuperación de su amistad. Y se desprecia por eso. Incluso terminó pidiendo que tapasen el espejo del baño de su habitación porque no podía aguantar mirarse con enojo y decepción. Ya tenía suficiente con el enojo y la decepción que había sentido en las palabras de su madre. Pero las palabras de Zayn le saben a morfina. Y eso que él no tiene mucha experiencia con ese tipo de sustancias. Recuerda claramente sentir las manos tibias de su amigo acaricias las suyas, que estaba heladas, y trazar figuras sin sentido mientras su voz arrullaba el cansancio que lo embargaba.

Cuando abre los ojos más tarde se día, Harry reconoce el rostro, similar al suyo, de Gemma sentada al borde su camilla; a su lado, Louis, sentado en la silla de plástico, desliza los dedos en la pantalla de su celular. Liam está hablando con alguien en el umbral de la puerta, pero no puede dilucidar quién es cuando escucha la voz chillona de su hermana que lo obliga a mirarla de nuevo en lo que ella toma sus manos y las acaricia con cariño.

—Llevas dormido casi seis horas —dice, hablando con calma luego de notar la cara de susto de los amigos de su hermano por su sobresalto.

—¿Qué día es? —pregunta.

—Martes —Liam responde, aproximándose a la camilla, observando a Harry con la carita de un perrito mojado pidiendo auxilio.

—¿Cuándo podré salir? —murmura con culpa.

—Podrán darte de alta mañana —Gemma presiona su mano. Harry asiente y suspira.

—¿Qué hacen todos aquí? Lucen terribles.

—No podíamos estar sin noticias de ti, Harry —Louis habla ahora, ha acercado la silla hacia la camilla para hablar sin perturbar al otro muchacho que ocupa la otra mitad de la habitación —. Anne estuvo aquí por la mañana y no le dejaron verte porque estabas sedado. La enfermera dice que no dejabas de hablar, casi inconsciente.

—Está bien si entras —Liam habla a la persona que se esconde detrás de la puerta, hacia afuera del cuarto. Al instante, Zayn cruza el portal y los ojos de Harry se abren con sorpresa.

—Estamos aquí para conversar contigo sobre todo este asunto, Harry; sobre tu salud —Gemma dice, pero el muchacho solo puede buscar la seguridad en la mirada de Zayn: algún destello que le haga saber que las pocas cosas que recuerda no han sido sueños febriles. Zayn sonríe tímidamente antes de apoyarse al borde del colchón, cerca de la mujer que todavía sostiene su mano, como aferrándose a él.

—¿Por qué mamá no está aquí? —consulta, mirando brevemente a su hermana antes de volver la mirada al moreno que se acomoda la chaqueta.

—Porque ella no parece comprender las cosas como las planteamos nosotros. Estuvo discutiendo un par de horas sobre cómo proceder contigo ni bien se te permita salir. Ninguno está de acuerdo con el grupo de apoyo cristiano al que quiere llevarte con o sin tu autorización —Louis responde. Liam y Gemma ríen suavemente.

—¿Grupo cristiano?

—Sugerencia de alguna cajera del supermercado —Gemma agrega.

—Harry —Zayn habla por fin, provocando lo que parece un silencio perturbador que le cala hasta los huesos —. Todos aquí abogamos por tu salud mental por encima de tu adicción y es por eso por lo que nos quedamos esperando casi dos horas para que despiertes.

Fingers [zarry au]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora