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La azabache bostezó, sin embargo, su tranquilidad no duró mucho al darse cuenta que se había quedado dormida durante la vigilancia, rápidamente la chica miró hacia abajo, observando el depósito que vigilaba y suspirando con alivio al ver que los dos guardias se encontraban perfectamente y no había señales de que alguien quisiera irrumpir en aquel lugar.

— ¿Dormiste bien?— preguntó una voz grave, haciéndola tensarse por un momento, después de todo, por un minuto, habia olvidad que aquel hombre existía.

— No debí dormir.— dijo ella, masajeando su cuello mientras observaba al albino.

Dabi la había hecho dormir sobre sus muslos, haciendo que el dolor en este fuera casi nulo, por su parte, el nombrado habla vigilado aquel depósito toda la noche, esperando así poderse ganar la confianza de la muchacha, sin embargo, no podía evitar el hecho de que, en ciertos momentos, la observaba dormir, tranquila, lo cual le daba algo de enviada y cierta pizca de ternura.

La odiaba por eso.

— Ella va a matarme.— dijo la de orbes ónix, mirando el reloj en su muñeca.— Y no voy a pasar de hoy, voy tarde para la escuela.

La chica se levantó de inmediato, caminando lejos de aquel lugar y dejando a aquel hombre atrás:— Con un gracias me era suficiente.— dijo el albino, rascando su mejilla mientras esperaba ver cómo la azabache corría por su vida para no llegar tarde a la escuela.

La pelinegra robó una motocicleta que encontró en el camino, andando en ella rápidamente hacia su casa, cambiándose y llendose de aquel lugar casi de inmediato sin siquiera ser notada por sus padres, luego de aquello uso aquella misma motocicleta para ir a la escuela, logrando llegar antes de que cerraran la reja de entrada.

— Estas de suerte, soy yo quien vigila hoy.— dijo cierto chico, el cual estaba enamorado de ella, sin embargo, ella le daba tan poca importancia a los demás que simplemente no se aprendía sus nombres, siendo Sakura la única excepción.

La pelinegra hizo una pequeña reverencia en forma de agradecimiento, seguida de una sonrisa, haciendo que aquel chico se sonrojara y sonriera con aires de grandeza, después de todo, era bien sabido que aquella chica ignoraba a todo excepto a quienes le caían bien.

— Iluso.— susurro ella, estando lo suficientemente alejada de aquel chico.

Una llamada entrante hizo que su teléfono brindara en su bolsillo, haciéndola estremecerse por el simple hecho de pensar que su madre era quien la llamaba, al tomar su teléfono y confirmar que aquello era cierto no pudo hacer más que suspirar y contestar aquel teléfono.

— Estoy de buen humor, supe que eliminaste al guardia que envie para vigilarte, digno de una hija mía. Me informaron que no hubo problemas en el depósito.— habló aquella voz femenina, sorprendiendo a la chica ante aquella primera declaración.— tu siguiente trabajo te lo informaré luego, adiós.

ᴇɴᴄʜᴀɴᴛʀᴇꜱꜱ [ ʙɴʜᴀ +21 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora